Capítulo catorce.

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Augusto desde su oficina, con el papeleo encima y más asuntos por resolver; le marcaba preocupado a Virginia. Era la quinta llamada que ella no contestaba, decidió hablar con Gisela.

Sí, no te preocupes ―dijo la rubia―. Ella ya me avisó que venía para acá.

―Pero, ustedes están enojadas ―señaló el político. 

Antes de la premiación, la llamé y hablamos ―mintió―. Me prometió arreglar las cosas hoy, estoy esperando que llegue.

―Me alegro mucho, en serio ―sinceró el sujeto―. Cuando ella esté allá, por favor que me llame.

Tranquilo. Buenas noches.

―Gracias. ―Él cerró la llamada, suspirando conforme.

Dejó el móvil sobre el escritorio, le marcó a su asistente y le ordenó que le pidiera algo para cenar. Tomó varios papeles, y comenzó a leerlos para luego firmarlos.

Mientras que, en el apartamento una Gisela angustiada, daba vueltas por la estancia esperando que su hermana mayor contestara. Estaba molesta, porque esa mujer la trató mal y ahora es ella quién la está salvando. Nunca mantuvieron una conversación telefónica, pero sintió la necesidad de apoyarla, por si Virginia cometía una locura.

Y, por supuesto que no cogía el celular.

No tuvo otra opción, que llamar a Martín.

―Disculpa la molestia, Martín. ¿Por allí estará Virginia?

―Sí, yo creo que debe estar bailando, ¿no te contesta el celular?

―No, tal vez lo tiene apagado. Comunícamela, por favor.

Dame un minuto, voy a buscarla. ―El productor, se levantó de su asiento y recorrió el salón sin ver a la mujer por ningún lado. La llamada seguía corriendo, pero él tenía el móvil con el micrófono cubierto. Preguntó a varias personas que llegaron con ellos, sin obtener buenos resultados.

Nadie la había visto.

De inmediato, se propuso buscar a Carlos con la mirada.

No, Gisela, ella no está por acá. De seguro y salió hace rato.

―Gracias, Martín. Avísame si la encuentras por ahí, y no le marques a su casa.

El sujeto frunció el entrecejo, ya que su antagonista tampoco se hallaba en la fiesta. Silbó con picardía.

―Trata de llamarle a Carlos, suerte.

―Esa Virginia... ―farfulló, negando con la cabeza―. Está bien, otra vez gracias.

―Avísame si das con ella.

―Seguro.

Cerraron la llamada, y no pasó ni un segundo cuando la mujer regordeta le marcó al celular de Carlos.

Gisela ―respondió.

―Hola, Carlos, disculpa la hora, ¿Virginia está contigo? ―le cuestionó apenada.

Sí, voy conduciendo para llevarla a su casa ―informó.

― ¡NO! ―gritó, ocasionando que él se alejara el celular del oído―. Mejor tráela a mi casa.

― ¿Qué pa...pasa, Carlitos? ―masculló la actriz, estrujándole el esmoquin mientras se reía.

Mándame tu dirección ―exigió―. Voy a colgar, no quiero que me multen.

H I D D E N ©✔Where stories live. Discover now