Prólogo.

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Ya había tenido suficiente de él.

Esa era la última canallada que le perdonaba.

Virginia esperaba tras bastidores, a ser llamada para hacer su entrada en el programa de televisión. Mientras que, aguantaba las lágrimas y apretaba el nudo en la garganta tras recordar una y otra vez, a su ex.

Estaba en un proceso de reivindicación con ella misma. Sin embargo, ese hombre había declarado en su contra. Y, cinco minutos antes lo vio en la pantalla chica de su camerino, parloteando con cara de mártir frente a un puñado de reporteros, sedientos de noticias amarillistas.

Suspiró, cerrando los ojos y concentrándose en lo que debía decir junto a la presentadora.

―En diez segundos, Virginia ―anunció un técnico, que terminaba de acomodarle el micrófono. Ella asintió, dejando caer los hombros.

Sin poder evitarlo, los nervios se instalaron en la boca de su estómago, una vez hubo escuchado que tenía que hacer su entrada. Dejó todo lo malo atrás, y pasó al escenario con una sonrisa y agitando su mano en dirección al conglomerado de personas que yacían en una sección del lugar.

―Recibamos a Virginia Moreno ―exclamó la mujer, dándole la bienvenida con un beso en la mejilla y un abrazo que duró más de dos segundos―. Un placer, tenerte aquí.

―Muchas gracias, por invitarme ―dijo, sonriente. Tomaron asiento, frente a frente.

Sumieron su conversación, en el proyecto que acabó de culminar, confesó algunos posibles miembros del elenco, ya que siempre se mantuvo en secreto, y desató una ola de preguntas por parte de la entrevistadora, las cuales ella contestó algunas.

―Virginia, tengo una sorpresa para ti ―informó afable, la mujer, ojeando las tarjetillas―. Es una persona de mi entera confianza, tiene un programa aquí en el foro. Lo transmiten a las diez y media todos los martes.

Virginia frunció el ceño, si acaso veía televisión. Optó por mostrar los dientes, frente a la cámara que pasó.

―Veo que no sabes de quién hablo ―adivinó―. Entonces, sin más, después de comerciales tendremos aquí a mi amigo Salomón, el lector. Hablaremos sobre el tarot, y él leerá el futuro que dé para Virginia en el año siguiente... ¡Ya venimos!

Desactivó su micrófono y la periodista, aprovechó para comentarle acerca del hombre y su programa.

―Entonces, solo él adivinará mi futuro ―reiteró Virginia, mientras le retocaban el maquillaje y peinaban su cabello―. Interesante.

―Puedes preguntarle lo que sea, si quieres ―aseguró, leyendo el tarjetón del bloque―. Tranquila, al minuto que sientas incomodidad saldremos del aire.

―Gracias. Espero sea rápido, no me siento bien.

―Se te nota, querida. ¿Puedes disimularlo?

Ella asintió.

El conteo regresivo por parte del productor, alertó a la conductora y se prepararon para salir a escena.

―Seguimos con el programa, en esta ocasión nos acompaña Salomón. ―La gente aplaudía, hasta silbaban. Virginia quería que la tierra la tragara―. Como dije antes, hará lectura de las cartas a mi invitada.

Salomón le indicó a Virginia que partiera el mazo en tres partes, para luego él regarlo y hacerla escoger cuatro cartas al azar.

―Esas cuatro cartas, nos van a hablar de tu panorama en el año de 1999 ―mencionó él, haciendo ademanes. Virginia, solo asentía con la cabeza y seguía instrucciones―. Elígelas ahora de donde quieras. Puede ser con la mano derecha.

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