Pero ahora que recuerda, lo vió algunas veces en dónde él huía de ella como si de una plaga se tratase, entonces ¿Por qué?

—¿Quieres bésarme? —incitó y se puso de medio lado para verlo mejor.

—Si. —volvió él a confesar tirando por la borda todo lo que había evitado.

Ella sonrió de una forma tan arrogante y seductora, típico de ella, alguien segura de sí misma, capaz de hacer caer a quien se le diera la gana. Y él, vulnerable, sin estar acostumbrado ni adiestrado a los encantos de chicas como el porte de ella, involucrado sólo con pubertas de su misma edad e incluso menores que él, en dónde lo único en lo que pensaban eran besos dulces y caricias inocentes, con ganas de presumir a su pareja, obvio que él iba a caer, obvio que no sería la excepción.

—¿Y que estás esperando para hacerlo entonces? —inquirió con vos seductora, la mejor que ella tenía.

Volvió a tragar saliva con ver cómo ella se mordía el labio inferior y, penso en que él también quería hacerlo, demasiado había fantaseado para no aprovechar el momento. La observó por unos segundos y se perdió en los alucinantes ojos miel que ella cargaba en su perfilado rostro, se inclinó y perdió todo tipo de control sobre él.

La besó, la besó evocando aquél momento en dónde ella lo masturbaba en el inicio del pasillo a su habitación, sabiendo que pasaría a más si no fuera por su padre que llamó interrumpiendo todo. Se le erectó, su verga se le erectó y jadeó con la mano nuevamente intrusa de ella.

Ella se erizó con sentir los novatos y carnosos labios de él, sintiendo el sabor ácido y dulce de su saliva, perdiendo en su mente que aquello era lo más delicioso en ese momento. Sus lenguas se acariciaban en una deliciosa danza de erotismo palpante, transmitiendo el deseo e inocencia pura entre sí, inocencia de parte de él y erotismo por parte de los dos, porque por más delicado que el chico pareciera, tenía sus técnicas para calentar a una mujer, a una mujer como ella que estaba excitada reteniendose y controlándose al saber que el chico frente a ella era virgen y adelantarse mucho sería espantarlo.

Llevó sus manos a la cintura de ella cuándo ésta ya no aguantó más y se abalanzó encima de él quedando de piernas abiertas sobre su regazo. El momento se tornó más acelerado y desesperante. Ella rompió el beso en un intento de tomar aire besando el cuello de él que se estremeció ante la acción y los movimientos expertos de las caderas femeninas que rozaban a propósito su erección.

Las palabras sobraban y de todas maneras ella no quería arrepentirse, no antes de haberselo follado, claro que no.

Después de minutos de besos y toqueteos ella se separó tomando el control de la situación. Llevo sus manos a sus muslos y subió su vestido bajo la vista de él que observaba deseoso la acción de ella quien no se detuvo y se subió todo el vestido hasta pasarlo por su cabeza, quedando solo en un sensual y hermoso conjunto de brasier y tanga de hilo de seda fina color rojo.

Sintió venirse con solo ver el tan sexy cuerpo de la chica y más con esas tetas grandes que siempre había querido ver sin nada, sin obstáculos, por lo tanto se atrevió a llevar sus manos al brasier rozando provocativamente sus dedos en la espalda de ella y logró desabrochar la prenda que cayó liberando los pechos que rebotaron levemente.

«Que delicia» pensó con la sangre corriendo a un solo lugar el cuál hizo sonreír a ella que lo sintió perfectamente en su entrepierna cuando por debajo del pantalón se apretó el bulto.

Sin pensarlo llevo su boca a un pezón femenino que tomó entre dientes mordiendo despacio, no era tan difícil saber que eso excitaba a cualquier mujer. Lamió con la punta de la lengua sintiendo el pequeño piercing que atravesaba su pequeño pezón, se sorprendió al notarlo, en su vida había creído que una joya podría ponerse allí, se separó un poco para ver y captó unas pequeñas alas de ángel, una a cada lado del pezón y lo único en lo que pensó es que de ángel ella no tenía nada, más bien, era una diabla en carne y hueso.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now