Capítulo 12 | La diferencia entre...

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La diferencia entre...


Hanniel

Una relación implica compromiso. Compromiso el cuál abarca el hecho de veloriar a tu "pareja", no hablar con chicas ni mucho menos enrrollarte con una, andar pendiente de lo que haga, defenderla de las personas que le falten al respeto o se quieran pasar por encima de ella, muchas otras mierdas que no me interesan en lo absoluto, pero por sobre todo decirle a cada nada "te amo" una palabra muy sobre valorada a decir verdad.

Entonces... ¿Soy capaz de adentrarme a un compromiso?

No.

La respuesta es no y, no. No quiero estar amarrado a alguien para que me controle día y noche lo que hago, me gustan las mujeres y el sexo, una combinación que no me permite limitarme a solo una mujer que se haga llamar mi novia, además ¿Que es eso de defenderlas? Si una mujer no tiene el carácter para defenderse por sí sola, no puede ser digna de llamarse así.

Ahora el problema es: ¿Por qué estoy aguantando los caprichos de Collet? Quien un día se me tira encima pidiendo que la bese y la toque, para que al otro haga como si no me conoce ¿Qué? ¿Espera que yo vaya y la busque siempre? Si supiera que a mí es al que buscan siempre.

Otra fuera la dejo tirada y olvidada por ser dramática y no entender lo que yo ofrezco. Que es sexo sin compromisos ni sentimientos. Pero ella nisiquiera me ha dejado montarla, por eso es que sigo detrás de ella, es un reto el que se haga la difícil hasta los huevos y pienso que, es por eso que sigo allí, quiero decir que si pude doblegar su barrera.

Mis ojos captan esa silueta de melena castaña cruzando el parqueo al auto de Allie ¿No tiene para transportarse? Me pregunto como se vería en un Bugatti, le cambiaria completamente su aire de mojigata. Hace como si no me conoce y que no soy yo el que la está observando, me causa gracia sus intentos fallidos para ignorarme, su indiferencia nunca estaría a la altura para lastimarme o moverme el enojo. A diferencia de mí, con un gesto podría hacerla rogar por atención.

—La fiesta de hoy será épica.

La voz de Camille me hace enderezarme y saludarla.

—¿Hace cuánto que no hacías fiestas en tu casa?

Me recuesto en el capó de mi Aston y enciendo un cigarrillo.

—No lo sé —le respondo dando una calada.

—Creo que desde que terminaste con S... —se corta ella misma— bueno, con ella, es que no haces ningúna.

—No le encuentro sentido a lo que estás diciendo.

—Es solo un recordatorio...

—Pues no me apetece escuchar tus recordatorios, haré hoy la fiesta y ya, relajada.

—Okey, okey Hann, tu tranquilo y...

—Camille —la miro— ya ¿Quieres? Me duele la cabeza y tú me aumentas el dolor.

Camille puede llegar a ser muy irritante pero la soporto. Hemos compartido una gran parte de nuestra infancia y adolescencia como buenos amigos, hasta hace unos años que ella comenzó con sus hormonas de mujer caliente y se me ofreció, no la podía rechazar realmente, le haría un favor y ella me provocaría placer, aunque por ser virgen no me aguantó.

La observo y estira sus labios en una sonrisa torcida y levanto una ceja sabiendo que es lo que está pasando por su mente, no le basta. Si que la adiestre bien porque a cada nada quiere sexo conmigo y ya está lo suficiente adaptada a mi tamaño. Se acerca a mi y se me pega de frente poniendo una mano en mi abdomen en lo que yo expulso el humo de mi boca.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now