Capítulo 44 | Llena eres de desgracia

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¿Cierto que a los 18 años se comenten muchos errores? ¿Cierto no? Porque eso era lo que Hanniel había cometido a esa edad, borracho hasta las neuronas y con rencor en su alma. Es que a él le caía mal y le enfurecía que Garret se le impusiera haciendo de las suyas, que se metiera y agrediera a sus cercanos siendo cobarde al no ir de frente a contra él. 

El límite fue haber tratado de tomar a la fuerza a Camille, a su mejor amiga desde niños y también haberla agredido de forma abrupta ¿Cuál era esa necesidad de vengarse por haberle ganado en las peleas clandestinas? Es que Garret era un puto cobarde que jugaba a los golpes laterales, si eso era lo que quería pues él iba a jugar de la misma manera sabiendo aún así que ese no era su estilo, pero su mente muy embriagada le condenó a hacer algo que le haría arrepentirse por toda su vida, independientemente de quien era al que quería joder con eso. 

Nada era planeado y se dejó llevar de sus amigos, esos que había hecho en el barrio bajo en el que vivía, los mismos que lo apoyaban en cada pelea que él daba y el enojo de saber que un día antes ese había golpeado a Camille, entonces no lo pensó más y dijo "Sí".

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Para Lia esa noche iba a ser una de las peores y la misma que iba a cambiar su vida para siempre, y que bueno que para bien, que bueno hubiera sido. Se despidió de su mejor amiga Adikia que trabajaba en el Horny Club, esa misma que la amaba con todo su ser. La chica salió del lugar sin percatarse de que estaba siendo observada por seis chicos, entre ellos Hanniel, ese chico que a ella le gustaba mucho pero que era el que a su hermano le caía de la patada, pero es que ella no podía evitar sentirse muy atraída por esos ojos que él se cargaba, aquella altura con un cuerpo que la hacía babear. 

Uf, suspiraba por él. Lástima que Hanniel eso lo iba a usar para algo malo, algo que no debía hacer pero que al final lo hizo. 

—Hola —Contestó ella cuando él le habló al mismo tiempo que ella por obligación pasaba al frente de ellos, es que era el único camino para llegar a su casa. 

—Que guapa te ves hoy —halagó viéndola de pies a cabeza. No mentía, Lia era muy guapa, y para los ojos de Hanniel si era su tipo, además de que el cuerpo que ella tenía no era para su edad, era muy grande en todos los sentidos.  

Se sonrojó, ella jamás había recibido un cumplido de parte de él, es más, siempre lo veía de mal humor y casi que empujándola porque él ni atención le ponía. 

—Eh... —titubeo y se comenzó a sentir un poco incomoda por como los demás amigos la veían— ¿Gracias? 

Él formo una de sus sonrisas que ponía a cualquier chica a sus pies, Lia no era la excepción cuando se quedó embelesada viéndolo. 

—¿A tu casa? —preguntó incorporándose del poste en el que estaba recostado. 

—Sí. 

Se quedó quieta cuando él se le acerco y le rodeó el brazo alrededor de su cuello, la pegó a su cuerpo y ella se tensó. 

—Vamos a un mejor lugar —se le insinuó y le sonrió. 

Ella no hizo nada, se dejó encaminar al lugar al que él la llevaba, su inexperiencia de adolescente de dieciséis atraída por Hanniel la cegó y no le avisó del peligro hasta que ya era muy tarde. 

—Yo creo que mejor me voy a casa —intentó devolverse cuando él abría la puerta de la casa de un su amigo para adentrarla. 

—No, relájate, ya estamos acá —le dijo, y Lia tropezó junto con él cuando este tambaleo por el nivel de borracho que estaba y fue entonces cuando su corazón se comenzó acelerar nervioso, peor cuando detrás de ellos entraron sus otros cinco amigos que, sinceramente le daban mucho miedo, ellos tenían cara de perversos más crueles. 

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now