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Si hay algo característico de la cocina de un restaurante, es ruido. Es una extraña combinación entre el chocar de los utensilios de cocina, un cuchillo sobre una tabla, el encender del fuego y el montón de gritos de todos allí que buscan hacer su trabajo lo más rápido posible.

Jungkook recuerda que cuando comenzó a trabajar allí, en compañía de su hermano, no podía soportar todo ese desastre, le parecía en extremo molesto, sin embargo, con el tiempo logró acostumbrarse y finalmente, ese día, se encuentra concentrado en los sonidos más que en otra cosa.

Y es que todos los días espera escuchar esos tres golpesitos en la puerta.

Pasa el turno lo más cerca que puede de esa puerta y siempre guarda su desayuno en una bolsa listo para dársela al chico del callejón y a su gatito. Espera pasiente el sonido de sus manos tocando la puerta, pero ya son dos semanas y él no vuelve.

Tal vez Taehyung no va a regresar, pero igual Jungkook seguirá esperando.

Porque, aunque no quiera, siente una curiosidad extraña en el pecho, una corriente de luz, un pinchazo en el corazón, un picor en las manos y una sonrisa en los labios, simplemente por traer de nuevo a su mente su recuerdo.

Así que, antes de que termine sonriendo como un tonto, el veloz trapo que SeokJin carga enganchado con el mandil de su cintura, lo golpea de improviso en la espalda.

—¡Hyung! —se queja riendo.

Su hermano ríe también y continúa con su trabajo sin prestarle mucha atención y Jungkook no hace más que suspirar y concentrar sus pensamientos en la pila de platos sucios que tiene por lavar. No es que el trabajo lo le guste, de hecho, no puede quejarse, pero le cuesta trabajo no tener la mente ocupada en ese chico.

¿Él estará bien?

No, por supuesto que no, se responde de inmediato, porque sabe lo que es la necesidad y el estómago vacío, así que, aunque no quiera distraerse, no puede evitar continuar con su jornada a expensas de unos golpesitos en la puerta.

Lava los platos, saca la basura, limpia la línea, ordena las charolas, corre, atiende y trabaja a toda velocidad por el resto de horas del día hasta que llega la difícil tarea de limpiar las ollas enormes que ya se han enfriado.

Jungkook realmente odia ese momento.

SeokJin lo conoce y sabe como se siente al respecto, asi que, antes de que Jungkook se acerque para tirar el resto de comida sobrante a la basura, le sonríe ligeramente de manera cómplice.

—Traje toppers, aprovechando que no viene Lu, voy a guardar todo rápido, fijate que no venga nadie. —le murmura en voz baja y Jungkook asiente obediente mientras su hermano mayor se encarga de guardar toda la comida restante en los recipientes de plástico que ha traído de casa.

Nervioso y con el corazón latiendo rápido, vigila que nadie vaya a sorprenderlos, concentrado en su tarea mientras mira para todos lados que sus compañeros no se acerquen, y entonces, justa y precisamente en ese momento, sucede.

Los golpes en la puerta que ha esperado hace semanas.

Abre los ojos con sorpresa y se queda sin aliento por un segundo, apenas un instante de tiempo, un momento diminuto en el reloj y al siguiente tiene el corazón latiendole como un loco bajo el pecho y las piernas ansiosas por correr a su encuentro.

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