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El calor asfixiante de la cocina le hacen sentir la playera pegada a la espalda producto de todo el sudor que ha generado en la jornada. Es por eso que Jungkook odia lavar los platos de la sección de platillos calientes, ya que, su lugar de trabajo queda cerca de la estufa y el calor es infernal, aunque tiene una ventaja y esa es que su hermano trabaja en esa sección, así que, el turno es más fácil de llevar con SeokJin haciendo chistes todo el tiempo.

—Jungkookie, date prisa, si no acabas a tiempo me voy a ir sin ti. —le dice el mayor, antes de darle un golpe con el trapo que tiene en las manos.

Jungkook se ríe mientras asiente con la cabeza y continúa con su labor de enjuagar platos. Aún le faltan cerca de treinta minutos para terminar el turno, pero no faltan los clientes que llegan cuando el establecimiento está por cerrar y muy a pesar de los empleados, deben de atenderles.

—Hey, Kookie baby, ¿qué tal todo? —le pregunta un compañero, mientras sonríe. Siempre es tratado así, como a un niño, aunque ciertamente, siendo el más pequeño de todo el personal, es algo razonable. —¿Te falta mucho por acabar? Dice Lu que quiere que cambiemos las flores de la recepción, ¿te lo puedo encargar? Es que ando muy ocupado con el inventario.

Jungkook siente el brazo de su hermano sobre sus hombros. —¿Le estás dejando más tarea a un niño? Debería darte vergüenza. —menciona, con diversión.

—No soy un niño, hyung. —El menor se ríe mientras da un ligero codazo a su hermano y después se dirige a su compañero. —Claro, yo me encargo, no te preocupes.

El chico le agradece mucho antes de irse y SeokJin vuelve a golpear a su hermano con el trapo que tiene en las manos, siendo esa una característica maña en él. Jungkook recuerda que su hermano mayor solía hacer eso cuando él y sus otros hermanos se metían a la cocina a molestarlo.

Finalmente termina con los trastes sucios y se aleja de esa sección de la cocina, dirigiéndose hacia la puerta que separa el lugar de los clientes. Por el horario, ya solo hay una mesa ocupada por una pareja que parece pronta a retirarse, además de ellos está Lu, la gerente del lugar. Es una mujer entrada en años, no muy grande pero sí una adulta con carácter fuerte y obsecionada con la perfección. El castaño no le presta mucha atención mientras toma el jarrón de flores que hay en el recibidor y cuando se gira para volver a la cocina y cambiar el agua, escucha la puerta del restaurante abrirse.

—B-buenas noches. —dice una voz algo ronca. —¿Podría decirme cual es su platillo más barato?

Jungkook se detiene un poco escuchando, pero no sé gira a mirar la escena. En realidad, lo único que le detiene es la voz del hombre que ha entrado, la cual le parece muy... Atrayente.

—No tenemos platillos baratos. —le responde ella, algo despectiva. —Lo mejor será que te vayas, no creo que puedas pagar algo de aquí.

Es entonces cuando el castaño se gira, mirando al hombre que permanece en el recibidor. Es alto, prácticamente de su estatura, viste muy sencillo y contra el frío sólo porta una chamarra que luce costosa pero ya vieja y sucia, tiene el cabello muy negro y con ligeras y suaves ondas naturales. Lo que llama su atención es la funda de una guitarra que lleva en la espalda.

—Por favor... —le dice a Lu y parece algo avergonzado. —No he comido nada hoy.

Jungkook siente que se le hace un nudo en la garganta al verlo, parece frágil y cansado, incluso como si se fuera a romper en cualquier momento, está tan pálido que le sorprende que su nariz pueda permanecer un poco roja por el frío, y entonces, antes de que pueda decir algo, su jefa se gira a mirarlo.

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