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La mano de Jungkook es todo menos suave, tiene cayos por el trabajo y es rasposa con sus dedos, pero en realidad, eso es lo menos importante en el momento de sostenerla.

Si recuerda bien, es la primer mano que sostiene desde hace mucho tiempo. Es cálida y amable, así que, se encuentra a si mismo aferrándose a él aunque tenga bien claro que es un desconocido y que no sabe a dónde lo lleva. Taehyung lo observa en silencio; a su espalda y a su manera de caminar, a sus brazos expuestos al frío y a su cabello castaño.

—¿T-tienes frío...? —pregunta bajito y Jungkook le sonríe mientras niega con la cabeza, aunque él puede ver claramente la piel erizada de sus brazos, denotando la mentira.

En un impulso se lleva una mano a los botones de su chaqueta pero se arrepiente de inmediato por la vergüenza, ¿cómo va a aceptar Jungkook su asquerosa y vieja prenda? Es impensable, y hasta estúpida la idea, así que, la desecha en un segundo, aún sosteniendo la mano del chico.

Y mientras Taehyung sume sus pensamientos en la insuficiencia, Jungkook se encuentra en el mismo trance.

La mano cálida de Taehyung es áspera en la punta de los dedos por las cuerdas de la guitarra, pero es grande y le hace sentir que encaja bien con la suya.

Al menos le sirve para distraerse un poco y no pensar tanto en que en el bolsillo solo lleva un par de monedas. Lo guía hasta la primer tienda que ve y le pide que aguarde en las bancas de afuera, solo entonces soltando su mano.

Más tarde, con vergüenza, tiene que admitir, vuelve con un par de sopas instantáneas y un sandwich de esos que ya estaban preparados. Cuando se acerca hasta Taehyung lo encuentra quitándose la guitarra de la espalda y acomodandola a su lado.

—¿Está bien esto? —le pregunta tímidamente, sacando las cosas de una bolsa. —Sé que no es la mejor cena, p-pero no tenía mucho dinero.

Taehyung extiende la mano hacia él tomando la suya por sobre la mesa y antes de que Jungkook pueda decir algo, el chico cierra los ojos y comienza a dar las gracias por la comida.

—Y gracias por encontrarnos. —murmura bajito. —Por la ayuda para mishi y por los alimentos de hoy.

Cuando termina suelta su mano y se dispone a comer. Entonces Jungkook ve allí una nueva faceta de Taehyung, lo ve sentarse derecho y comer con calma y hasta con algo de gracia. Mientras más lo observa más llega a la conclusión de que el porte bajo esa ropa vieja es inconfundible; él luce como esos clientes ricos que van al restaurante donde trabaja.

¿Qué hace un tipo con esos modales pasando hambre en las calles de Seúl?

Así que, antes de que su curiosidad natural le haga preguntar, decide hablarle de otra cosa.

—¿Siempre das las gracias?

Taehyung asiente. —Siempre, lo hago todos los días antes de comer y antes de dormir.

—Pero... B-bueno.

El mayor se ríe un poco. —Lo sé, sé que debes pensar, ¿y qué es lo que agradece?

Jungkook siente las mejillas rojas de inmediato. —Perdón, no quería ofenderte.

—No te preocupes, Jungkook, yo pensaría lo mismo. Es solo que... —es solo que alguna vez tuvo todo, y a la vez nada. —Creo que siempre debemos ser agradecidos, por lo que tenemos y por lo que no. Yo solo soy un tonto sin nada, y gracias al cielo encontré a Mishi y... Te encontré a ti. —admite sonriendo un poco.

Y Jungkook se vuelve un gatito deslumbrado por la luz.

Esa sonrisa. Esa pequeña sonrisa, esa ligera muestra de timidez, esas mejillas rosas y la puntita de las orejas rojas, esa expresión y la manera en que coloca su cabello tras la oreja. Ese simple gesto congeniado para hacer saltar su corazón le da un golpe que le deja fuera de combate.

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