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El frío vidrio contrastando contra sus manos calientes le produce una sensación casi placentera, mientras toma el vaso entre sus dedos y de un solo movimiento echa la cabeza hacia atrás, dejando que el líquido caiga completamente por su garganta, marcando un camino que le hace reír mientras mira el techo, medio mareado.

Entonces una boca está sobre la suya.

Jimin cierra los ojos en el momento en que los fríos labios de Yoongi toman los suyos en un beso desordenado que le marea aún más que el alcohol que ha bebido apenas hace unos instantes. Lo besa dejando que su juguetona lengua se encuentre con la suya, mezclando en sabor de su saliva con el whiskey en su boca, y para cuando se está separando le acaricia el labio inferior tomándolo con los suyos, provocando que Jimin tenga que sostenerse fuerte de su chaqueta para no perder el equilibrio.

Y es que Yoongi siempre lo besa así.

Sin calma, sin paciencia, como si el tiempo se le fuera entre las manos, derritiendose por sus dedos, aunque el único allí con esa sensación es Jimin, que siempre pierde el piso cuando sus labios se encuentran con los de ese hombre.

Es como una montaña rusa, que sólo sube y sube, llenándolo de emociones confusas y sentimientos perdidos, pero para cuando baja del juego, se da cuenta de que es eso, un juego. Porque Yoongi lo mira con una sonrisa mientras él regresa del aturdimiento, y por esos segundos, puede jugar que el tiempo se detiene.

—¿Minnie, cuántas veces tengo que decirte que el whiskey no se toma como shots de tequila? —le pregunta riendo mientras rodea su cintura con sus brazos y acaricia su nariz con la suya.

Jimin sonríe entonces, y mientras lo mira embobado y embelesado por tanta belleza, esa pequeña vocecita en su cabeza le repite la misma frase que le ha venido diciendo hace semanas. Dos palabras tan sencillas pero con un significado tan profundo, que casi le hace temblar como un perrito asustado.

Estás enamorado.

Cierra los ojos entonces, esperando que esa sensación incomoda se vaya, y lo hace, porque cuando Yoongi lo besa de nuevo, el mundo a su alrededor desaparece y sólo existen ellos; parados allí en medio de la sala, con sus brazos rodeando el cuerpo del otro y sus labios juntos, unidos en un beso mucho más lento, pero que aún así, llena el corazón de Jimin de algún extraño sentimiento muy cercano al anhelo.

Y entonces alguien está llamando a la puerta.

Jimin suspira bajito, sus labios apenas a un centímetros de los de Yoongi, quien lo mira con profundidad, sus ojos perdiéndose en él, en cada centímetro de su rostro y en sus rasgos delicados y hermosos, y se siente como si de nuevo esa burbuja imaginaria les encerrara solo a ellos, o al menos es así hasta que la puerta suena de nuevo y Yoongi se ríe un poco antes de dejar un corto beso sobre sus labios y ambos se apresuran a abrir.

—Buenas nocheeeees, mi precioso y... ¿Ebrio hermano?

Jimin pone los ojos en blanco con evidente fastidio, y entonces allí está Jungkook, su hermanito menor, entrando mientras lleva por la mano a él chico con el que le ha encontrado cenando la noche anterior.

—¿Bebiste? —pregunta Jungkook, mirándolo fijo.

—Ah, qué te importa, quítate. —le dice, apartandolo para acercarse a Taehyung, que lo mira con curiosidad. —Nos volvemos a encontrar, niño bonito. —sonríe, al tiempo en que le toma por las mejillas, mirando su rostro con detalle, para luego asentir con absoluta seguridad. —Demasiado bonito para mi hermano, definitivamente.

El sonrojo de Jungkook y Taehyung es absoluto, sus mejillas coloradas acompañan a la punta de sus orejas, que se tiñe del mismo carmín delator de vergüenza, entonces antes de que alguno diga algo, la risa bajita de Yoongi les interrumpe.

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