Capítulo 14 | Karma

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—Tengo 20 —no se porque digo más años de los que tengo, supongo que para sentirme segura de que no sepa que aún soy pequeña —. Ahora ¿De que te sirve?

Me repara el rostro y luego otra vez el cuerpo y sonríe de una manera que se me antoja cínica. Se da la vuelta y se va. No sé despide ni dice nada.

Vuelvo a ver a todos lados y me siento mal, el ambiente se tornó sofocante y me apresuro a los vestidores. No veo a Allie y el miedo de que la chica de pelo morado no había estado hace cinco meses que estoy acá en la academia me intranquiliza. ¿Cuándo fue que vino exactamente? Tampoco la había visto en la universidad y la vez que intercedió por mí fue la primera vez al igual que en la academia. Ni siquiera el profesor la presentó.

Trato de tranquilizar mi mente y no pensar más en el misterio de esa chica.

Me introduzco en un cubículo de ducha y comienzo a bañarme, lo más rápido posible. Dejo de escuchar ruido afuera y supongo que todos ya se fueron, llegué tarde a bañarme.

Abro la puerta cuando termino para alcanzar mi toalla en el clavo de la pared y no está. «¡Maldición!» ¿Dónde jodidos la dejé? Saco la cabeza para ver bien y no está, maldigo una y otra vez, estoy segura que la deje acá, pero supongo que la deje en la banca del otro lado.

Trago saliva, tengo que salir si o sí para ir a traerla al igual que mi ropa. Ya nadie está en las duchas así que si corro rápido podré llegar a la banca y taparme sin que nadie me vea. La pienso por bastante tiempo y si no es que me da frío me obligo a aceptar y armarme de valor.

Respiro. «Nadie está fuera»

«solo seran unos pasos y si lo hago rápido nadie podrá verme, si es que queda alguno por ahí»

«Será rápido»

«Nadie me verá»

«Será rápido»

Me animo bastantes veces cerrando los ojos y al fin me decido y sin pensar mucho abro la puerta y salgo corriendo con un brazo en mis tetas y la otra en mi sexo, cubriéndome.

Todo queda a medias cuando me estrello con algo mazizo.

Mis pies resbalan por lo mojado y patino por unos segundos que parecen eternidad y por suerte no caigo al suelo cuando unos brazos me estabilizan con la misma velocidad en la que tropecé con su torso.

Mis manos ya no las tengo en mi cuerpo, ahora las tengo aferradas, por el miedo a caer en el piso duro que seguro me ocasionaría una lesión, a los antebrazos de Fernan que me ve confundió y a la vez sorprendido con mi desnudes, la cuál observa con detenimiento llenandome de vergüenza y rubor en mi cara. Sus manos en mi cintura me erizan al instante.

Lo suelto tan rápido como me siento expuesta y me cubro como puedo con mis brazos.

—Ehh... Ehh —trato de hablar pero mi garganta tiene un nudo que no deja hacerlo.

—Perdón —reacciona dándose la vuelta para ya no verme— ¿Que haces saliendo así Collet?

Me corro rápido yendo a dónde dejé mis cosas y no están tampoco «¡Mil veces maldita!»

No puedo con la extrema vergüenza y hasta quiero llorar, solo a mi me pasan estás cosas.

—Yo, yo no quise.

—¿Y entonces?

—Pues... —me siento ridícula y al decir esto peor— Pues me robaron mi ropa.

Ya no se ni donde meter la cara o esconderme.

—¿Qué? —trata de voltearse por la reacción.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now