Emma

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|Una determinación invencible puede lograr casi cualquier cosa y en esto radica la gran distinción entre los grandes hombres y los comunes.|

En las noches es normal que viejas pesadillas invadan de terror y paralicen a Emma por completo. Sus viejos demonios aparecen en forma de horribles sensaciones que recorren su piel vívidamente y no hacen sino recordarle que aún sigue siendo una niña pequeña y necesitada por aferrarse a un lugar que la haga sentir segura. Sus sueños la remontan a escenarios en los que revive vez tras vez su propia debilidad. Suele despertar sudorosa, con la respiración agitada, el cuerpo entumecido y con ganas de gritar de mera y cruda desesperación; ansiosa de escapar del yugo que hacía nada la atormentaba.

Tiene la costumbre de limitarse a morder con fuerza su mano, para evitar esa última reacción, hasta que sus nervios se relajan y resienta el dolor y el sabor a óxido en sus labios. Pero ahora, es incapaz de hacer ni el más mínimo movimiento en alguno de sus músculos. A pesar de que al despertar siente el cuerpo paralizado, se halla incapaz de reaccionar ante todo el miedo que la invade en ese instante.

Cuando Emma es consciente del presente y de la realidad, suele encontrarse a sí misma en casa, en su nuevo hogar y libre de esos malos sueños. Posiblemente con temblores recorriendo su cuerpo entero que luego aniquilará con el frío mordaz de la noche o madrugada. Y cuando logra fijar la vista hacia las camas de al lado y le permite a sus pulmones obtener más oxígeno al ver a los dos niños dormir tan tranquilamente a su lado, ella dejaba suelta su mano y daba pase libre a sus lágrimas silenciosas de siempre salir y deslizarse por todo su rostro.

No obstante, algo ha cambiado en esta ocasión que ella ha abierto los ojos.

Ha estado reviviendo muchos recuerdos que desearía borrar por completo de su cabeza, sintiéndose cada uno más real y vívido que el anterior. Su mente la ha obligado a revivir las experiencias que tantas marcas y cicatrices han dejado en su vida. Y ahora, aunque ha despertado, Emma intenta examinar en dónde está. No se encuentra en casa ni en ningún lugar que pueda identificar a simple vista. Ni siquiera es capaz de identificar si se encuentra en la realidad o en un mal sueño del cual aún no ha podido verdaderamente despertar.

Sea donde sea que ella está ahora, es un lugar rodeado por una abrumadora y densa oscuridad. Tanto así, que se le hace realmente difícil siquiera poder ver sus propios pies o determinar qué ropa viste en ese momento. A pesar de ser una mujer que siempre se ha repetido el mismo mantra, día tras día, en el cual se recuerda lo fuerte y valiente que debe ser, Emma siente mucho miedo en ese momento. Se siente diminuta, desmenuzada y aterrorizada.

Su pecho sube y baja debido a la respiración tan irregular y al acelerado ritmo de su corazón. Con un esfuerzo ridículamente grande, la pelirroja apenas atina a cubrir sus patéticas lágrimas con ambas manos en vano intento por esconderse de algo que aún sigue sin conocer.

Quizá sea que detesta la sensación del miedo y su reacción ante ella. O quizá la inseguridad ante el desconocimiento y la inseguridad instalada en su corazón como un mal incrustado. Pero lo odia, odia profundamente que cuando esa sensación llega e invade su ser, ésta siempre viene y la hace detenerse.

Aun cuando sus peores terrores la acecharon en el exterior, allá afuera en el mundo, Emma no estuvo dispuesta a permitir que el temblor en sus piernas fuera evidente o que siquiera la detuvieran de seguir avanzando. Pero la realidad estaba siendo reflejada frente a sus ojos, ella se veía perpleja, detenida y estancada en ese mismo punto mientras cada uno de sus músculos tiembla furiosamente.

¿Y así quiso ser un ejemplo y modelo a seguir para Carol y Phil? Solo estaba siendo demasiado ingenua y ridícula. Con su pantomima no engañaba a nadie que no fuera a sí misma.

Pervivencia [Noremma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora