Emma | Norman

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|Dentro del pecho es donde viven las preocupaciones de las rupturas y las separaciones; de los daños que se cargan consigo. Es ahí donde nacen los nudos entre mentiras de bajo estilo.|

Emma

Estando allí de pie frente a la puerta, Emma se da cuenta que toda la motivación que ha construido en lo que va de la noche se ha derrumbado gracias a un montón de inseguridades. 

Para empezar, las luces están apagadas. Y claro, ya es media noche. La gente normalmente suele dormir a esa hora, así que interrumpir el sueño de otra persona sería muy inapropiado de su parte. No obstante, resulta que las entradas aplican únicamente para el día siguiente y aunque siempre tiene la opción de ir sola con los chicos, tal como lo había tenido en mente al recibir las entradas, Emma realmente tiene ganas de que él les acompañe. 

Hay algo en él que llama su atención. Y como la niña que aún es, quiere quitarse esa curiosidad de una buena vez.

Así, tomando largas respiraciones, Emma retiene el aire en sus pulmones y con toque vacilante, llama a la puerta. No oye el ruido de pisadas sino hasta la segunda vez que llama a la puerta. Claro, esta vez lo ha hecho de manera continua y más fuerte. 

Para cuando tiene claro que lo que hace es una completa estupidez y que lo mejor es retirarse, la puerta ya se ha abierto. Y ah, vaya. A su vecino parecen hacerle falta algunas camisetas, y a ella un poco de espacio, porque el suelo y las paredes han comenzado a moverse de un lado a otro.

—B-buenas noches. Perdona la hora, espero de verdad no haberte molestado. Es solo que quería preguntarte si... Bueno... La valentía y la disposición a resolver su curiosidad se han desvanecido en un chasquido, y ahora siente que su amplia verborrea se ha reducido a alguna clase de balbuceo sin sentido. Re posiciona los pies sobre el suelo para no caerse de bruces, pero esa idea parece funcionarle poco, porque sigue aturdida evitando fijar la mirada en aquel pecho y brazos tan blancos.

—¿Está todo bien, Emma? ¿Necesitas ayuda? Quizá sea su tono de voz para con ella, pero él parece sinceramente preocupado. Y el descubrir ese pequeño gesto le hace querer sonreír. 


Norman

Por su parte, Norman no entiende qué sucede. Bueno, no literalmente. Entiende que se ha confiado de más en su pronóstico de un cielo despejado cuando está en primavera y en una zona nueva. Por que no, no ha podido hacer muy buenas tomas con las nubes nocturnas interfiriendo tan constantemente hacia todos los puntos en los que ha fijado la lente de su telescopio. 

Molesto, ha desistido en su búsqueda por buenas capturas. Y como todo este tiempo ha logrado evitar enterarse de los chismes que deben estar rodeándole desde la última entrevista que se le hizo a Bárbara, escuchar el tono de llamada de sus números no vetados le hace tomar su celular y atender de inmediato. 

—¿Cómo va todo, donjuán? Tras el otro lado se encuentra Ray Grace. Y ahí va de nuevo, dándole un apodo que para nada le pega pero que durará por meses usando en lugar de su nombre. 

Olvidando su fracaso anterior sonríe a la nada con tranquilidad mientras se apoya en su balcón con los brazos, y buscando disimuladamente con la mirada a su vecina en la ventana. Pero hoy no se encuentra allí. (Eso es raro) —Mejor de lo que parece, Ray. Gracias por preguntar.

Pervivencia [Noremma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora