Ray

429 47 32
                                    

"El placer es la flor que florece; el recuerdo es el perfume que perdura."

Cuando decidió quedarse un rato en compañía de la inconsciente Emma esa tarde, Ray jamás consideró quedarse dormido del todo sobre aquella dura silla para los visitantes. No obstante, tanto había sido el cansancio que había acumulado esos días cuidando y estando al tanto del estado de Emma, que no puedo evitar cabecear y cerrar por largos momentos los párpados pesados por el sueño.

Emma había atravesado el procedimiento quirúrgico con total éxito, pero los médicos fueron claros al explicarles las posibles consecuencias que su estado traería de ahí en adelante. Sus síntomas denotaban un grado crónico, por lo que recomendaron que deberían tenerla bajo observación hasta que pudieran estabilizarla. Considerando el alto riesgo bajo el cual ella se encontraba, ya fuera lo más mínimo como una posible infección hasta a un aumento de la presión intracraneal o una hemorragia subaracnoidea, se aceptó de inmediato aquella sugerencia. 

Mas lo que principalmente les inquietaba fue lo que mencionaron sobre la posibilidad que Emma tenía de perder movimiento o sensibilidad en una o más partes de su cuerpo. Eso sería el caso más devastador para ella. Pero debían mantener una actitud optimista, pues no podría asegurarse nada sino hasta conforme ella fuera avanzando en su recuperación.

El aroma de las juguetonas ramas del eucalipto que se alborotaban con el viento y daban hasta la ventana del cuarto de Emma, se engancharon en las fosas nasales del pelinegro, quien por aquel estímulo, junto a la pesadez que acompaña al sueño, se vio motivado a remontarse a aquel entonces cuando había conocido a Emma. 

En medio de su ensoñación, recordó que en aquel entonces dormía en una posición muy similar a la que se encuentra en la realidad dentro de aquel hospital. En aquel entonces, él había tenido que acompañar a su madre hasta el hogar de la familia para la cual siempre había trabajado. Isabella le había pedido que la esperase un momento, mas no dentro de la construcción para ahorrarse explicaciones innecesarias, y que debía hacerlo en un lugar donde no le viera nadie más que los trabajadores. Ella ya se había encargado de avisar al personal de su visita rápida, por lo que no corría el riesgo de ser echado a escopetazos, como usualmente solía lidiarse con cualquier intruso. 

Y es que su madre había crecido en el seno de esa fachada de familia, y con el tiempo, había llegado a trabajar para ellos. Debido a que aquel, era el mejor destino que podía esperarle a alguno de los niños adoptados por los Ratri, o bien como rara excepción, si ellos eran afortunados podían llegar a formar oficialmente parte de la familia. 

Todo aquello resultaba en un círculo asqueroso y oculto en secreto de la sociedad. En el caso de Isabella, le había sido permitido cuidar de su hijo con la condición de que, al crecer, debería servir a la familia. Lamentablemente, con el tiempo Ray descubrió la terrible realidad: su madre se había visto obligada a negociar su libertad por la vida de su hijo. Aquel hecho acrecentó y desarrolló un odio y desprecio genuino hacia esa familia, y así, se había resolvió a acabar de algún modo con ellos. Haría que su madre fuera libre de aquel yugo de una vez por todas, y lo haría con sus propias manos o el medio que hiciera falta.

Sin embargo, ambos sabían la clase de personas que todos ahí eran, por lo que resultaba muy estúpido el siquiera considerar hacer algo motivado por impulso y que dejara en evidencia tu repudio hacia ellos. Mucho menos si nacía la más mínima sospecha sobre poder estar haciendo algo en su contra. Era un mafia completa aún sin serlo oficialmente. Ray apenas conocía algunos atisbos del negocio oculto tras la cantidad de niños adoptados por la familia Ratri, lo cual le generaba mucho repudio y asco. 

En ese entonces, y aún ahora, desearía que su madre no hubiera tenido que haberse visto involucrada con ellos de ningún modo, pero aún siendo tan joven, comprendía que el mundo real no funcionaba de una manera tan simple. Y con la edad y la capacidad que tenía en ese entonces, jamás hubiera podido ser de ayuda alguna. Claro, conforme fue descubriendo más sobre Norman, su pasado y que ambos compartían propósitos similares, Ray supo que podría aprovecharse de aquel particular jovencito para su beneficio y lograr su cometido. De algún modo, sacaría provecho de la posición que tendría como su soporte.

Pervivencia [Noremma]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora