Capítulo 15.

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Nadia.

Me hacía mucha gracia la expresión del ruloso tratando de entender el desastre que siempre he sido porque le conté en pocas palabras lo que es mi vida y sabía que lo estaba abrumando, pero no me interrumpió. Al contrario, se quedó ahí sentado sin decirme nada y simplemente me escuchó.

Cosa que nadie nunca hacía.

Sólo me juzgaban y me tachaban de loca.

Puede que el chico estaba tan borracho, que sólo fingía estar escuchándome y no entendía nada. Pero no me importó, porque de una u otra manera, se sentía tan bien liberar todo lo que tenía guardado y el chico no parecía tener la intención de juzgarme, sino de ayudarme.

Era tan raro.

-¿Ya puedo decir mi opinión?-me preguntó al asegurarse de que había dejado de hablar y asentí pensando que ni siquiera me había puesto atención.

-Lúcete.- le respondí encogiéndome de hombros mientras me sentaba en mi cama con él enfrente y lo vi destapar sin permiso alguno la botella de Champagne que había de cortesía en la mesita de noche que estaba a su lado.

El cuarto era enorme y hasta tenía una sala muy moderna con una vista de la ciudad impresionante.

Eso debía de admitirlo.

-¿Por qué te importa tanto lo que esas personas digan de ti? Ellos van a hacer cualquier cosa por ganar el mayor dinero posible y el herirte no les importa con tal de hacerlo.- habló después de pensar un poco las cosas y lo miré con obviedad.

-Son mis padres.- le dije como si eso le diera la respuesta total, pero siguió sin entenderme.- Mi padre es el principal socio del equipo y necesito ser increíble en su honor.

-¿Y él te exige que seas perfecta sin importar que te hagas la vida miserable?- me preguntó dejándome callada esta vez.

Mi padre siempre me decía que lo disfrutara y que no buscaba perfección en mí, simplemente era un deseo mío que se había salido de control y lo sabía, pero no quería aceptarlo.

-Creo que he dado en el clavo.- concluyó cuando notó que me quedé callada y me negué.

-Amo mi trabajo.- le reproché de mala gana y él se rió.

-No, no lo haces.- contraatacó sin molestia alguna hasta que exploté

¿Este chico leía mentes o qué?

-¡Es mi única manera de estar distraída para no pensar en mi patética vida sin chiste! No quiero que me quiten esa gran oportunidad que he soñado por años solo por algo que se salió de control.- le dije soltando un suspiro pesado y no pude evitar darle un sorbo a la copa de Champagne que me tendió para hacer las cosas más fáciles.

Ni siquiera sabía por qué no lo había corrido de mi habitación, pero se sentía bien hablar con alguien y que esa persona trate de entenderte aunque no te gusten sus recomendaciones.

-Desde ahí estás mal, te haces la vida más miserable para no arreglar tus problemas del pasado y eso no te va a llevar a nada bueno. Además, existen más trabajos y tus padres no te exigen que seas perfecta, simplemente quieren que lo disfrutes.- habló frunciendo el ceño mientras me veía sin estar dispuesta a aceptarlo hasta que suspiró.

-La gente de esa empresa espera mucho de mí por ser su hija.- respondí al final después de quedarme callada por un momento y me volvió a mirar mal.

-¿Y valen más sus estúpidas expectativas y opiniones sobre ti antes que tu propia salud mental?- me cuestionó alzando una ceja mientras bebía de su copa y negué como una niña regañada que aceptaba sus verdades más profundas.

Oh no, Yoshua.Where stories live. Discover now