Capítulo 36.

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1 año y medio después.

Yoshua.

-..... y así fue como compramos la casa en Malibú, en vez de en Los Ángeles. Decidimos decorarla con artesanías y muebles traídos directamente de Canadá. ¿Es increíble, no?- me preguntó la rubia emocionada con la que estaba cenando ahora.

Yo asentí fingiendo estar realmente interesado e impresionado con su conversación patética.

-Más que increíble.- dije aguantando las ganas de reírme al llevarme a la boca mi sushi para morderlo con calma.

¿En qué momento decidí salir con ella?

Sin embargo, no pareció darse cuenta de que su presencia me aburría porque sonrió con más orgullo y después miró mi plato.

-Los hubieras pedido con salmón, ¿sabes cuántas calorías tiene eso?- me preguntó después de quedarnos callados por un rato, a lo que yo negué sin importarme un carajo.- Es como si te estuvieses comiendo una pizza con triple queso.

-Y me encanta.- le contesté para sacarla de sus casillas, pero únicamente se me quedó viendo con sorpresa y no se animó a llevarme la contraria para que no me enojara.

Cierta rubia ya lo habría hecho sin pensarlo.

Mierda.

-Dios, ¿ya viste los zapatos de esa chica? Son imitación, de seguro.- habló ahora cuando yo me quedé callado de nuevo porque solo quería terminarme mi comida e irme de una vez por todas.

Voltee a verlos por educación y después asentí.

-Son Gucci. Están cool.- dije encogiéndome de hombros, pero ella se rió.

-Tengo unos mejores, te los enseñaré cuando regresemos a mi casa.- respondió terminando lo que quedaba de su plato y después me le quedé viendo por un momento.

¿Tanto amor le hacía falta como para soportar mi actitud grosera y desinteresada?

Es decir, la había conocido hace unos meses en la graduación de una prima y después comenzamos a salir porque me siguió en Instagram e intentó llamar mi atención al mandarme reacciones en todo lo que subía.

A mí me daba igual, era otra más, pero las cosas se tornaron serias y yo decidí seguirle el juego para dejar de sentirme tan solo.

Me sentía vacío otra vez y no me gustaba esa sensación.

Sentía que algo me faltaba.

-¿Quieres que te lleve a tu casa ya?-le pregunté cuando me hizo pagar la cena otra vez y salimos del restaurante para subir a mi coche.

Ella había ordenado la comida más cara sin preguntarme y debo de admitir que sí me dolió un poco el hecho de estar gastando tanto.

Ni daba las gracias.

-¿No se te ocurre algún plan mejor?-me preguntó al sentarse a mi lado en el asiento y yo negué.

-Tengo cosas que hacer.- le respondí sin más y después manejé hacia su casa, pero ella me miró más que confundida.

-Estás muy raro, ¿te pasa algo?-me preguntó algo cabreada por cómo me había portado con ella estos últimos días.

Al principio, no me importaba nada y simplemente le decía las cosas que ella quería escuchar para tenerla feliz. Además de que cumplía cada expectativa que tenía y parecía ser el hombre perfecto, pero ahora comenzaba a sentirme tan incómodo.

-No dormí muy bien, el trabajo me ha tenido muy ocupado.- contesté con la mejor excusa que se me ocurrió y asintió colocando una mano sobre mi pierna.

Oh no, Yoshua.Where stories live. Discover now