Epílogo

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Me gustaría redactar en esta última página mis más sinceros agradecimientos dedicados a ti, lector o lectora que está justo ahora frente a la pantalla. Gracias por haber llegado hasta aquí, por haber apreciado mi arte, mi literatura y mi poesía a través de cada uno de los capítulos que constituyen esta novela. El relato de una historia contada en primera persona, una historia que se escribió desde el guion de un diario para luego ser proyectada como un cortometraje a todo afortunado o afortunada que haya llegado a él, ya sea por destino, azar o extraña y hermosa coincidencia.


Espero que en Cultura haya sido tu serendipia de diciembre, un obsequio de navidad adelantado, un instante de compañía en un año en que la gran mayoría de nosotros nos hemos sentido ermitaños, aislados, nostálgicos, reflexivos y en solitario. Un año que hizo que muchas personas se ensimismaran, reconectándose con su naturaleza olvidada, revelando su lado más prístino, retomando viejos hábitos, aprendiendo cosas nuevas, descubriendo talentos que desconocían, canalizando su energía en algún tipo de actividad. Mi gran escudo y refugio fue la música y el arte de escribir entre letras, líneas, memorias, párrafos, pensamientos, poemas, versos, etc.


Haber escrito Cultura significó muchas cosas para mí. Espero que haya significado algo para ti, y si en algún momento tienes ganas de hablar al respecto estaría honrado y eso me haría feliz. Ese es el vínculo esencial, la cuerda invisible que se genera entre escritor-lector y viceversa, que nos ata a un mundo en el que ambos decidimos habitar, un mundo infinito y tan inagotable como el poder que tienen las palabras, ese poder innato de crear diversos escenarios y de permanecer en las mentes de quienes las coleccionan, como cuando a mitad de la noche te asalta una idea tan brillante como inquieta, una de esas ideas que debes apuntar en las notas de tu celular o en la hoja de un diario antes que desaparezca. Así fue escribir Cultura, como atrapar mariposas con las manos para luego liberarlas, como viajar en un una máquina del tiempo para traer fragmentos del pasado al presente y hacerlos encajar como un puzzle, una regresión, un viaje que al recordar me hizo vivir dos veces.


Con cultura he desnudado mis anécdotas más íntimas, mis memorias más inolvidables y mis vivencias más salvajes. Ahora que están en tus manos, haz buen uso de ellas, cuídalas como un tesoro, consérvalas como un álbum de polaroids, llévalas como una cadena colgando en tu cuello, vístelas como una camisa a cuadros. Que ellas te inspiren a escribir tu propio diario, tu propia historia, tu propia novela, y tal vez algún día, cuando te animes y decidas publicarla, será mi turno de ser espectador de tu relato, el lector que consuma en cada página tu arte literario, el afortunado que atesore en su mente por siempre tu legado. Ese es mi deseo y mi invitación para ti, que escribas lo que quieras, como quieras, sobre el tema que tú quieras, porque cada día hay menos páginas en blanco y más páginas escritas y porque he reservado la última página para ti, para que seas el prólogo resultante de este epílogo. Solo debes firmarla con tu nombre y comenzar a escribir tu propia historia, tu propia "Cultura".





Con amor,

Cabernetfranco.

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