Pero tenía una carta bajo la manga, lo que le había pedido al emperador Mirkan antes era la clave del triunfo.

-.... Yo creo que su Majestad actúa extraño- confesó ella.

Los ojos de la misma recorrieron la habitación de manera precavida, por si alguien les escuchaba en secreto o cosas así, o tal vez estaba actuando algo paranoica.

Lo que estaban diciendo, podría ser tomado como algún crimen en contra de la corona Real por difamación.

- ¿Extraño? Actúa como un niño enamorado- Carsein bufó- Pero ya no somos niños

- Carsein, tú...

Rodó sus ojos.

- No dije nada extraño- declaró.

Claro, porque a pesar de que no le gustaba pensarlo de esta manera, él y su primo se parecían en eso.

Y ambos actuaron y seguían actuando como niños enamorados.

También se estaba riendo de sí mismo.

En su otra vida, pasaba demasiado tiempo con Aristia porque desde pequeño, se sentía encantado por ella, de la chica de cabello plateado y que sabía manejar una espada plateada, pero ella era la prometida de Ruvellis.

Tal vez Aristia no lo sabía, pero él recibió toda clase de adviertencias y amenazas por ser un niño no consciente de que se estaba enamorando de la Princesa heredera, futura luna del imperio. Las posiciones de cada uno ya fueron marcadas desde su nacimiento, por eso no tenía el derecho a reclamar por la prometida de alguien más.

Asimismo, el actual Ruvellis intentaba pasar mucho tiempo con Aristia, porque tenía un enamoramiento hacia ella a pesar de que su prometida era la Niña bendecida por Dios.

Era obvio y notorio.

Sólo que él no recibía ningún castigo por expresarse.

- Pues, tiene razón- Allendis bebió de su taza.

Aristia no dijo nada y se sentó, frotándose la sien. 

- Así que para ustedes también está actuando rato, cierto?- quiso confirmarlo.

Ambos tardaron, pero asintieron.

- Bueno, no es raro. Es.... - Allendis buscó las palabras menos groseras para describir al emperador.

- Desagradable- finalizó Carsein.

- Pues... - suspiró ella- El emperador no puede ir detrás de una doncella cuando todavía no se ha casado con la princesa heredera ni ha hecho arreglos oficiales, sólo dañaría su imagen

- ¿Y tu imagen?- el genio del siglo no le interesaba Ruvellis.

- Pues también saldría afectada, supongo. Pero es más importante la del emperador como emblema del imperio- respondió.

- Básicamente, ella va a ignorar todo- resumió Carsein.

- Entiendo- asintió Allendis.

- ¡O-oigan! No es eso. Lo importante como miembros de la facción imperial es mantenernos. Su Majestad es la principal figura de nuestra facción- se justificó ella con un pequeño sonrojo.

El genio dio pequeños golpes con su dedo sobre su rodilla.

Miró a los dos.

- ¿Van a anunciar que están juntos o qué?- Allendis miró a Carsein.

Él se sonrojó y se sorprendió tanto que perdió su compostura y casi se caía.

El hijo del primer ministro se acomodó en su asiento mientras que veía que sus amigos se pusieron nerviosos.

El caballero de la emperatriz abandonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora