Sonrisa arrogante

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Aristia contempló el cielo azul a través de las hojas del árbol en que se encontraba descansado.

Seguramente su vestido se había ensuciado cuando se sentó sobre el suelo. Sin embargo, eso no le importaba, necesitaba relajarse.

Sin importar qué tan grande era su amor por el príncipe heredero, él simplemente no la amaba.

Eso le dolió bastante. Durante todos esos años que desperdició buscando su amor, segura de que lo tendría en algún momento, había dado su mejor esfuerzo.

Aún así, Jieun había aparecido y ni siquiera tuvo que intentarlo para conseguir a Ruvellis.

Su vista volvió a nublarse con lágrimas que deseaban salir, y ella, de vuelta, las contuvo para sí misma.

Respiró hondo.

No, era inevitable, todavía estaban varados en sus ojos.

Inspiró un poco de aire fresco antes de dejarlas.

Realmente, sin importar qué, Ruvellis nunca correspondería sus sentimientos.

- ¡Aristia!

La mencionada se sobresaltó al escuchar a alguien llamarla, y apresuradamente, limpió sus lágrimas.

Entre unos arbustos que empezaron a moverse, la figura de cierto pelirrojo salió jadeando de allí.

- ¡Dios, Aristia!- exclamó él tomando un descanso- Realmente, cuando deseas correr, lo haces de una manera inhumana

Ella intentó levantarse de donde estaba ya que sería muy descortés de su parte no hacerlo, pero él levantó su mano en señal de que no era necesario.

Entonces, Carsein se sentó al lado suyo, aflojando los botones superiores de su uniforme de caballero y soltando un suspiro.

- ¿Qué haces aquí?...- Aristia no podía reflexionar sola estando con alguien más.

Él, lejos de responderle, le dio una sonrisa de lado.

- Al fin estás siendo menos formal conmigo, Aristia- dijo agrandando las comisuras de sus labios.

Ella se volteó y decidió no mirarle.

- ¿Qué quieres?- le preguntó la muchacha.

Él se recortó sobre el árbol y suavizó su mirada.

- Creí que necesitabas un hombro en el cual llorar- dijo Carsein mientras que apoyaba su mano sobre la cabeza de Aristia.

- Uh...

La muchacha no sabía qué hacer en esta clase de situación.

- Tú le querías bastante, no es así?

Ella no dijo nada como respuesta.

- Tu único compañero de baile durante todos estos años, tu prometido, te ha dejado...- las palabras del chico se escuchaban mal, y les dolía a ambos.

Porque Aristia realmente sólo tuvo ojos para Ruvellis, en cada baile se esforzaba por seguirle el paso y coincidir con él, para ser felicitada por el muchacho.

Y Carsein, porque siempre les tuvo que observar de lejos, siendo ellos la pareja principal de cada evento, mientras que él era rodeado por las hijas de varios nobles intentando coquetearle.

- No deberías de entrometerte en los asuntos de alguien más

- Aristia...- él gruñó un poco. Y la arrastró hacia su hombro- estás llorando

Ella ya lo sabía.

- ¿Y qué?

La joven que siempre mantenía una compostura y elegancia digna de admiración, se encontraba llorando en el suelo. Reconfortada por un caballero.

El caballero de la emperatriz abandonadaWhere stories live. Discover now