Movimientos azules

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- ¿Estás bien, Tia?

Allendis tenía una expresión  de sincera preocupación hacia la mencionada, quien les estaba sirviendo el té.

- Ah....

La joven reaccionó de manera sutil ante su pregunta pero fue notado por ellos.

Carsein, quien se había inclinado hacia delante en su silla, se echó hacia atrás.

No comentó nada pero también tenía su mirada sobre ella.

Todos acababan de despedirse de su Majestad Ruvellis, y se sentían o incómodos o sin unos ánimos muy buenos ya.

Gran emperador.

- ¿Tia?

Preguntó de vuelta el muchacho de cabellos verdes.

Aristia sostuvo con fuerza la tetera entre sus manos para luego apoyarla sobre la mesa.

Al único que quería decirle sobre lo que rondaba en su mente, era a Carsein, porque confiaba plenamente en él. También confiaba en el hijo del Primer Ministro, claro que lo hacía, pero este asunto era un poco más profundo.

Aunque sería bueno si tuviesen la ayuda del genio del siglo.

Pero el asunto era delicado.

Aristia miró a Carsein con sus labios fruncidos.

El pelirrojo se desordenó sus cabellos soltando un gruñido.

- Hablemos después si así lo quieres- él también tenía sus propias dudas sobre Allendis.

- Yo.... - ella abrió su boca, todavía insegura.

- Tia- la llamó Allendis. Y tomó la taza que era para él- Sé que tengo ya tu confianza, pero necesito que confíes mucho más en mí

- Oye, Tia- resaltó su apodo- Podemos hablar de lo que necesites después, sólo nosotros dos- la llamó Carsein, volviendo a inclinarse hacia adelante, pero no la estaba viendo a ella, sino que sus ojos estaban sobre el muchacho de cabello verde.

- Confíen en mí- repitió el hijo del Duque De Verita.

Carsein todavía guardaba.

- Chicos...

Aristia estaba contra la espada y la pared.

- Necesitan mi ayuda para evitar que su Majestad haga de las suyas. Todos en el palacio creen que Tia será la próxima emperatriz, creen que él piensa de manera diferente a ellos?

Allendis dio las noticias directamente.

La mencionada se contrajo.

Carsein se golpeó la frente con la palma de su mano, esperando un poco la situación.

Aristia siempre fue la mejor candidata a tener una corona sobre su cabeza. Tenía las cualidades de aprendizaje para serlo, el liderazgo y la versatilidad de adaptación  a las diferentes situaciones políticas que podría tener un reinado.
El anterior emperador tuvo que escoger a la Niña bendecida por Dios por tener justamente la bendición del mismo.

Y Ruvellis se había dado cuenta tarde del brillo de Aristia.

Y Mirkan pudo retenerlo.

Pero ahora él era el emperador y él quería a la chica. Si lo quisiese, podría volverla su concubina.

- Maldición

Carsein apoyó su mentón sobre sus dedos cruzados.

Sí, era molesto.

El caballero de la emperatriz abandonadaWhere stories live. Discover now