La emperatriz

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La decisión estaba en sus manos.

Y Ruvellis lo sabía.

La vida de Carsein dependía de él, todos en la sala eran conscientes de ello, sobretodo Aristia, quien lo estaba viendo fijamente.

Carsein De Rass era su molesto primo, que estaba enamorado de su ex-prometida. Nunca se pudieron llevar bien, o en realidad, no tuvieron la oportunidad de conocerse, ni siquiera cuando eran jóvenes. Uno estaba ocupado aprendiendo sobre política mientras que el otro entrenaba todo el día con la espada.

Y no le agradaba tanto, porque frustraba sus intentos de acercarse a la joven de cabello plateado con su presencia.

Además de que tampoco era amigable con él.

- ¿Su Majestad?

Lo llamaron.

Ruvellis gruñó en respuesta, y tomó una decisión.

Apretó sus puños.

- Sí, quiero que soliciten a una de las raíces de Vita- dijo él.

- Su Majestad....

Porque después de todo, Carsein y él también eran familia. Por más que la relación entre ambos no era la mejor, era parte de su única familia que todavía siguía viva.

Además, sería molesto ir en contra de las tres grandes familias y de su tía.

Relajó su mirada.

Aunque la del sacerdote fue muy diferente, se veía enojado.

- Su Majestad, la decisión es suya, no tome nada a favor de Lady Monique

Ruvellis se congeló.

- Ha sido mi decisión

- Su Majestad.... - el hombre insistió.

- ¿Es en serio?- gruñó en voz baja una muchacha.

Aristia alzó una ceja, confundida. Las palabras de Ruvellis fueron de él, ella no dijo nada en el medio y fue el mismo sacerdote quien le había hecho esa pregunta al emperador.

Estaba molesta, pero no podía hacer nada más que apretar sus puños.

Sería malo para ella hablar ahora.

- Sacerdote, usted está cuestionando las decisiones del emperador- dijo Allendis en su nombre.

-.... Claro que no Lord Allendis- negó el enviado con una reverencia- Estaba diciendo que tal vez su Majestad estaba siendo demasiado indulgente a la hora de tomar decisiones, por eso, le aconsejé con mis palabras

- ¿Por qué el templo sigue insistiendo tanto? Su Majestad ya ha tomado una decisión

- Pero fue por Lady Monique, no fue realmente del emperador

- Si Lady Aristia fuera la futura emperatriz, lo permitiría?

Tanto Aristia como Allendis se molestaron ante esa estúpida pregunta del Conde Lindel, porque sólo provocaban que las llamas que habían intentando apagar volvieran a surgir.

El caballero de la emperatriz abandonadaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu