Tiempo para ellos

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El día comenzó con una mañana fría.

Tal vez era no la mejor. O eso pensaba Carsein mientras que seguía algo inconsciente, sin querer despertarse por completo de su sueño.

Hasta que sintió un pequeño movimiento al lado suyo.

Y con ojos perezosos, intentó descubrir si Aristia había dejado la cama o no.

-..... Bien.... - murmuró, al verla todavía ahí.

Con una pequeña sonrisa, se acercó a ella para envolverla en sus brazos.

- Umm.... - gruñó Aristia sintiendo el calor de su esposo, de una agradable manera.

Él frotó su nariz contra la parte superior de la cabeza de la mujer de cabellos plateados porque quería hacerlo.

Era una linda sensación para su nariz congelada.

- Mejor descansemos un poco más....

Cerró de vuelta sus ojos.

Pero unos ruidos que provenían de afuera le molestaban un poco.

Y frunció su ceño mientras que veía a Aristia, preocupado, esperó que ellos no le estuvieran perturbando el sueño.

- ¡Por favor, deténgasen!

Escuchó el grito de un caballero.

Carsein frunció su ceño.

- Ah....

Ya entendió la situación.

Y bostezó.

- ¡Papá!

Las puertas de su habitación se abrieron de un gran golpe.

Escuchó las fuertes pisadas de los niños corriendo hacia ellos.

- ¿Mamá ya se ha despertado?

Con mucho esfuerzo y pesar, dejó de abrazar a su esposa para ver a sus hijos, quienes treparon hacia la cama para llegar a donde estaban sus padres.

- Chicos... Bajen la voz.... - les pidió, todavía sin tener su mente completamente funcional para otro día como marqués.

- ¿Es por mamá?

Carsein miró al muchacho de cabellos plateados que preguntó inocentemente eso con una suave sonrisa curiosa.

- Así es, Gradis- respondió con ojos cansados- Muy bien hecho

- ¿Sí?

Gradis se sonrojó tímidamente ante el elogio de su padre, y encogió sus hombros.

- Así es, tal vez es porque tienes los asombrosos ojos de tu padre y por eso lo has notado- se rió.

Pues era cierto, el chico tenía los ojos azul cielo que él tenía.

Y tal vez le estaba afectando el instinto paterno al ser Gradis el hijo menor.

Odiaba decir que su padre tenía razón, pero él la tuvo. Siempre le dijo que por ser el menor, era el más mimado por todos, incluso por su madre quien era una mujer fría.

Y lo negó por años hasta tener sus propios hijos.

- ¿En serio? Me alegra ser como papá- dijo Gradis con una deslumbrante sonrisa.

Carsein le acarició la cabeza.

También estaba seguro de que trataba tan mimadamente al chico porque se parecía a Aristia. No por su apariencia física, que sólo le recordaba más a la de su suegro debido a su cabello y ojos, sino por su personalidad suave y tranquila.

El caballero de la emperatriz abandonadaWhere stories live. Discover now