Brillo

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- ¿Señorita?

La muchacha de cabello plateado dejó de lado sus pensamientos para mirar a su sirvienta.

- ¿Sí?- preguntó.

Ha estado así desde hace unos cinco meses.

- ¿Cómo le gustaría su peinado?- preguntó educadamente su sirvienta sosteniendo dos accesorios para su señorita, un hermoso broche azul y uno rojo para que escogiera.

- Yo... No lo sé

Aristia soltó un suspiro y miró su extravagante vestido rosa, lleno de perlas y joyas.

- Cualquier cosa le quedaría bien a nuestra señorita, incluso si no escoge un accesorio para su hermoso cabello- comentó otra sirvienta que también la estaba ayudando a arreglarse.

- ¡Sí! ¡Ese hermoso vestido suyo ya la hace resaltar por sí sola!- chilló otra.

Claro que lo era, porque también era un lujoso regalo del príncipe heredero para la fiesta de esta noche.

Ella había estado rechazando todos los regalos del príncipe.

Simplemente ya no quería más regalos innecesarios.

Aún así, algunas veces, él le enviaba flores porque ella salió herida por su culpa.

Sin intenciones ocultas, según Ruvellis.

Era amable, lo más amable que ha experimentado y recibido de su ex-prometido.

Pero la actual Aristia, ya no le interesaban los regalos del Príncipe heredero.

No ha visto ha Carsein durante cinco meses.

Era insano, porque se sentía muy solitario sin él aquí.

Cuando abrió sus ojos, recordó la expresión pálida y el chillido de una sirvienta, anunciando con emoción su despertar por toda la mansión Monique.

Su padre había llegado con una expresión compleja en su rostro, entre felicidad y preocupación.

Recordó ese cálido abrazo familiar, que la hizo sentirse querida.

Sin embargo, algo le hacía falta.

Era Carsein.

Después de recuperarse, él no la había visitado.

Se sintió raro, porque conociendo su personalidad, debería de haber aparecido de inmediato.

Se asustó.

Y sintió una profunda tristeza cuando le dijeron que él se había ido a batallar en las fronteras.

¿Por qué? Ni siquiera su hermano mayor se encontraba en las fronteras, pero Carsein había ido al campo de batalla antes que todos.

Cinco meses sin noticias de él.... No sabía si considerarlo bueno o malo, porque significaba que no estaba muerto, pero podría estar desaparecido.

- ¡Qué considerado es el príncipe!

- Sir Allendis también, regalándole chocolates a la señorita- se rió alguien, feliz porque todos sw fijaban en su maestra.

- Sí.... - murmuró Aristia.

Aparte de Ruvellis, también estaba recibiendo más visitas del genio del siglo, Allendis, quien también era una persona agradable.

Al principio, aceptó hablar con él porque al parecer, Carsein pudo ir a la guerra con su ayuda.

Eran amigos, supuso.

Aunque los amigos no se mandaban lejos...

De todas formas, a Aristia le gustaba pasar tiempo con el muchacho de cabello verde, tenían conversaciones muy interesantes pero no era lo mismo que pasar tiempo con Carsein.

El caballero de la emperatriz abandonadaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz