Capítulo 4

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Narra Edward.

Me levanté con la luz del sol, que entraba por la ventana de mi alcoba. Tenía clase en el instituto y, por la tarde, clase de piano. Además, debía hacer un examen de historia.

Bajé, rápidamente, al salón, dispuesto a tomarme el desayuna que la sirvienta había preparado. Mi madre no se había levantado todavía y mi padre y mi hermano se habían ido a la empresa a trabajar, como era costumbre.

Salí en dirección al instituto, caminando deprisa. Quedaban diez minutos para que empezase mi examen y, no quería llegar tarde.

Entré al aula y me senté en mi mesa. Muchos alumnos estaban sentados en sus respectivos lugares. El profesor entró y, sin perder un solo minuto, repartió las hojas del examen que daría comienzo en breve.

Terminé las clases del día. Estaba en la calle, esperando a mis amigos. Entonces, la vi. Sonia paseaba por la calle, tranquilamente. Observaba todo a su alrededor, pero, a la vez, no parecía muy feliz.

Y me quedé en dilema. ¿Debía esperar a mis amigos o acercarme a ella para saber cómo se encontraba? Al final, me decidí por la primera.

Ellos salieron, cinco minutos después, caminando.

-Hola, Edward. ¿Qué tal el examen de historia?-Quiso saber uno de mis amigos.

-Hola, Christian. Andrew-saludé-. Mi examen ha salido bien, incluso, me ha parecido muy fácil.

-Lógico, Edward. A ti, todos los exámenes te parecen fáciles-observó Andrew riéndose.

-Eso es porque me los preparo muy bien-admití.

-Pero, haces más cosas que nosotros y, en nuestro caso, nuestras notas son más bajas que las tuyas. ¿Me puedes explicar eso, por favor?-Insistió Christian.

-No sé explicarlo. Supongo que, depende mucho de la capacidad que tenga cada uno-opiné.

-Siempre dices lo mismo, pero, yo no lo creo-dijo Andrew.

-Ese no es mi problema, entonces-seguí.

-¿Podemos cambiar de tema, por favor? No quiero saber nada que tenga que ver con estudiar, ahora mismo-pidió Christian.

-¿De qué queréis hablar  entonces?-Pregunté.

-¿Habéis conocido a la hija del nuevo sacerdote? Es guapísima, en serio. Lástima que, muy posiblemente, sea monja o algo-comentó Andrew lamentándose.

-¡Ese comentario está fuera de lugar! No puedes decir eso, no lo sabes-salté.

-Vale, tranquilo. Solo era un comentario, Edward-se ofendió Andrew.

-Sí, pero, no ha estado bien-asintió Christian.

-Vale, bueno, pues, perdón. Pero, en serio, ¿habéis tenido la oportunidad de conocerla?-Quiso saber Andrew.

-Yo no y, ¿vosotros?-Siguió Christian.

-Yo sí, pero, muy por encima-respondí.

Mis amigos me miraron, fulminándome.

-¿La has conocido y no nos has avisado? ¿De qué vas, Edward?-Preguntó Andrew ofendido.

-No voy de nada, Andrew. Fue sólo unos minutos, al salir de la misa de ayer-respondí.

-¡Da igual! Somos tus amigos, nos merecíamos esa explicación, pues, se supone que hay confianza-protestó Christian.

-Bueno, pues, la próxima vez que tenga ocasión, os lo diré. Venga, vamos, quiero llegar a casa-indiqué cansado.

Amor Mágico.Where stories live. Discover now