Narra Sonia.
Edward se acababa de ir al jardín muy serio. No lo culpaba. Había visto todo lo que su hermano me hacía y había estado tragándose su orgullo y obedeciendo a su padre y a Peter siempre. Como todas las personas, él también tenía su límite, y ahora se había sobrepasado. Ya no había marcha atrás respecto a esto.
La señora Masen me limpió la herida detenidamente mientras que mi madre tenía mi mano izquierda entre las suyas.
-Joven Masen, sigo esperando una respuesta. Por favor, dígame toda la verdad o avisaré a Pablo y volveremos a sopesar la decisión de este compromiso-insistió Raquel.
-¿Se atreve a amenazarme con esto? Raquel, si no me caso con su hija de esta forma, lo haré de cualquier otra. Pero quiero a su hija y quiero tenerla conmigo-habló Peter.
-Peter, tienes que entender que ella no es de tu propiedad, antes de hacer cualquier cosa. Puede ejercer su lugar como esposa, pero no la puedes obligar a hacer algo en contra de su voluntad usando la violencia. En mi casa, no hay violencia. Es algo que Pablo y yo mantenemos, por encima de todo-siguió mi madre.
-Esto ya está-avisó la señora Masen.
-Gracias, señora Masen-acepté tranquilamente.
Iba a incorporarme en el sofá, pero ella y mi madre me detuvieron.
-No, quédate así. Has estado unos minutos inconsciente. Espera un poco. Voy a avisar a Pablo para que nos recoja-dijo mi madre.
-No es necesario, madre. Estoy bien, de verdad-negué.
-¿Qué ha pasado, hija? El joven Edward Masen dice que su hermano te ha golpeado. ¿Es eso cierto?-Cuestionó ella.
-Por supuesto que no lo es-negó Peter inmediatamente-. Se mareo de un momento a otro y cayó al suelo inconsciente. No me dio tiempo a cogerla y por eso lleva ese golpe.
Sentí como Peter me fulminado con la mirada, enfadado. Si el plan que nuestras madres estaban haciendo quería que siguiera a delante, teníamos que mantener las apariencias.
-Tiene razón, madre. Solo fue un mareo. Lamento haberles preocupado-dije.
-¿Segura? Edward parecía muy molesto con la situación. No parecía que estuviera mintiendo-quiso asegurarse Raquel.
-Raquel, dejé de insistir. Ya le hemos dicho lo que ha sucedido-habló el señor Masen-. No son quienes para cuestionar, solo tenéis que aceptarlo sin más. Además, Sonia está bien y eso es lo importante. Por fortuna, no tenemos que lamentar incidentes.
Silencio fue lo que hubo. Nadie replicó, aunque ninguna de las tres mujeres estaba de acuerdo con él.
-Debo avisar a mi hijo Edward de que todo está bien. En seguida regreso-dijo Elizabeth.
-Mujer, no tienes permiso para hablar. Y no, no tienes que ir a buscarlo. El asunto está resuelto. En cuanto a lo otro, Pablo vendrá a recogeros y nadie dirá nada, ¿estamos? Solo ha sido un accidente inesperado-pidió el señor Masen.
Las tres asentimos con la cabeza, en silencio.
Al rato, mi padre entró por la puerta.
-Hola a todos-saludó él.
-Pablo. Es un placer tenerle aquí. ¿Gusta pasar o se irán ya a su casa?-Comenzó el señor Masen.
-Nos iremos a casa, si no es molestia, antes de que se haga más tarde-respondió mi padre.
-De acuerdo pues-aceptó Peter-. Mañana nos vemos, Sonia. A la misma hora. No te retrases. Quiero hablar contigo antes de ir a la empresa.
-Está bien, Peter. Tranquilo, no me retrasaré. Sabes que soy muy puntual-dije fingiendo una sonrisa.
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Amor Mágico.
Teen FictionEsta historia es totalmente mía. Mezcla la realidad presente en el siglo XX y además, la fantasía.