Capítulo 6

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Narra Edward.

Tras la escena del día de ayer en casa de Sonia, Pablo y Raquel, me quedé totalmente apenado. No tenía ganas de ir al instituto, por lo que, decidí quedarme en casa y ya pediría los apuntes a mis amigos.

No daba crédito todavía. No entendía cómo un padre puede condenar a su hija a vivir una vida que no desea. Una vida que ella no ha elegido, bajo ninguna circunstancia. Una vida que ella misma tiene derecho a elegir. Pero, desgraciadamente, el pensamiento de la sociedad es así. Nadie se capaz de expresar sus sentimientos y sus pensamientos libremente. De hacerlo, la misma sociedad, lo castigaría.

Me quedé un rato en la cama, pensando en todo esto. Sonia tenía algo que me intrigaba. Algo que me hacía querer estar con ella. Que me hacía disfrutar de su compañía. Me gustaría salir y verla, hablar con ella y decirle que no estoy de acuerdo con lo ocurrido. Con la decisión que mi padre y mi hermano han tomado. Pero, si lo hacía, ellos se enterarían y tendría problemas.

Allá por las diez de la mañana, bajé al salón. Mi madre estaba sentada, esperando a que le avisara para hacerme el desayuno.

-Buenos días, madre-saludé tranquilo.

-Hola, Edward. ¿Cómo estás? ¿Qué tal la noche?-Se interesó ella levantándose.

-Normal, aunque, no he podido dejar de pensar en la escena de ayer. No tenía ganas para asistir a clases y he decidido que luego les pediré los apuntes a mis amigos-respondí.

-Entiendo. ¿Lo de siempre?-Cuestionó mi madre.

-Sí, madre. Lo de siempre-asentí en respuesta.

Ella salió para hacerme el desayuno. Entonces, se me ocurrió una idea. Fui a por papel y pluma, dispuesto a escribirle una carta a la hija del nuevo sacerdote.

-¿Edward?-Me llamó mi madre-El desayuno está listo.

-Sí, madre. Voy en seguida-asentí en respuesta.

Me llevé todo hasta el salón y me senté en la mesa. Me tomé el desayuno mientras que mi madre bordaba, sentada en una silla a mi lado.

-¿Y todo eso, Edward?-Cuestionó mi madre.

-Quiero escribirle una carta a Sonia. ¿Puede guardarme un secreto, madre? Ni siquiera padrebo Peter pueden saberlo-pedí.

-Claro, hijo. Sabes que yo, no suelo decir nada nunca-asintió ella.

Entonces le conté mi idea.

-Estupendo, hijo. Te apoyo. Dile también que yo no he tenido ni voz ni voto en esto y que, por descontado, tampoco estoy de acuerdo con ello-comprendió mi madre.

-Por supuesto-acepté.

Y le escribí la carta. Me estaba levantando cuando mi madre me detuvo.

-¿Si?-Quise saber.

-¿Sabes por qué dices sentir eso?-Preguntó ella.

-No. Solo sé que ella me parece una joven muy interesante. A pesar de su enfermedad, se le ve muy fuerte y con las ideas claras-respondí-. También siento que ella es especial y detesto con creces que tenga que casarse con Peter sin querer hacerlo.

-Edward, hijo. Tú amas a Sonia. Te has enamorado de ella. Por eso sientes lo que sientes hacia su persona. Por eso te ha afectado tanto la escena de anoche. Tú jamás has faltado al instituto y, por descontado, tampoco has faltado a una clase de piano. Todo lo que rodea a Sonia te interesa. La amas, no hay duda-aclaró mi madre.

Me detuve un momento a pensar en sus palabras. No quería aceptar que llevaba razón porque entonces, mi corazón se iba a romper en mil pedazos. Y todo porque no podré estar con la persona que ame, si ella se casa con mi hermano. Sabia que mi madre tenía razón. Pero no podía interponerme en la decisión de mi padre y de Peter.

Amor Mágico.Where stories live. Discover now