Capítulo 18

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*Narra Stiles*

El panorama cada vez se ponía peor.

Recapitulemos: estábamos medio perdidos dentro de un escalofriante hospital abandonado, con un hombre lobo maligno dando vueltas por ahí, Malia quizás muerta para ese entonces, y sin tener idea de que hacer. La verdad es que la situación no podía dificultarse más.

Tuve que sentarme en una camilla de sábanas ennegrecidas para intentar calmar mi respiración agitada. Si no quería sufrir otro ataque de pánico tendría que concentrarme.

—¿Estás bien? —me preguntó Lydia, preocupada, mientras se acercaba y me posaba la mano en el hombro.

—No. No puedo hacer esto. Soy inservible aquí —admití lo que venía pensando hace mucho con la cabeza gacha.

—¿De qué hablas? Eso no es cierto. —dijo ella sin dudar ni un segundo.

—Claro que lo es. Scott y Derek tienen sus colmillos y sus garras y toda la súper transformación. Kira hace esas cosas raras con su espada y tú tienes voces en la cabeza que siempre nos ayudan. ¿Qué hay de mí?

Ella suspiró y negó con la cabeza.

—Stiles, te diré dos cosas. La primera; tener voces en la cabeza no es tan genial como suena, créeme. La mayor parte del tiempo solo quisiera ser como tú. Y la segunda; es que eres mucho mejor de lo que piensas. Más listo, más fuerte, más útil. Y también más inteligente que todos nosotros —me aseguró mirándome a los ojos y aferrando mi rostro.

—No más que tú —rebatí con un hilo de voz.

—Bueno, más que casi todos — dijo con una pequeña sonrisa.

Iba a contestarle con alguna frase ingeniosa que se me ocurriera, pero fruncí el ceño, dándome cuenta de algo.

—¿Has notado que no hay ventanas por el pasillo que recorrimos? —le pregunté  mientras una idea comenzaba a formarse en mi mente. Ella asintió— ¿Leíste las indicaciones que estaban en la recepción? ¿Los cartelitos?

—No, ¿por qué?

—Sígueme, ya sé dónde están —la tomé de la mano y la arrastré para salir de ese horrible cuarto

Dimos vueltas por los pasillos y las habitaciones, tratando de encontrar un elevador. Según yo, Peter debía estar en un lugar donde la luna le diera de lleno, para poder transformarse. Era imposible que lo hiciera aquí, donde no había ventanas, o si las había, muy pequeñas.

El camino que Scott y Kira habían tomado, según la arquitectura del edificio, debía llevar al sótano, donde definitivamente no habría nada de luz. Camino descartado.

El de Derek, presumí, llevaba al quirófano y enfermería. Tampoco sonaba de lo más indicado. Dejando así el camino que Lydia había elegido como el de las habitaciones y recuperación. Siendo un hospital tan grande, definitivamente habría varios pisos de habitaciones.

 Y con suerte, también una azotea al aire libre, que era mi destino y probablemente también el de Peter. No entendía cómo no se me había ocurrido antes.

En una de nuestras vueltas, me frené. La luz artificial que nos iluminaba en la penumbra se había apagado y estaba a punto de tropezar en la oscuridad. Confundido, revisé mi celular. Muerto. Maldecí y me pasé las manos por el cabello, en un estado de completa frustración.

—¿Y si mejor no me explicas lo que estamos haciendo así pudo ayudarte? —sugirió Lydia después de un rato de silencio por mi parte.

Le expliqué mis conjeturas y ella me dio la razón.

—¿Tienes alguna idea de dónde podemos encontrar un elevador? —pregunté apoyándome en una blanca pared del pasillo donde nos habíamos detenido.

Lydia comenzó a caminar de izquierda a derecha, estrujándose las manos y murmurando palabras inentendibles. Parecía estar recitando un mantra. Estaba por acercarme y pedirle que me explicara qué demonios hacía, cuando se quedó quieta y suspiró.

—¿Qué…?

—Luego te explico, nos estamos quedando sin tiempo —rebatió ella caminando apresuradamente por el corredor y mirando a cada lado.

—¿Sin tiempo para qué?

No contestó y se limitó a seguir dando vueltas por el hospital mientras yo intentaba seguirle el paso. Estuvimos un rato así hasta que llegamos a un arco que no habíamos visto antes. Lo traspasamos sin darle mucha importancia y nos encontramos en una habitación de un suave color azul, poblada de sofás de cuero negro.

Había una pequeña lámpara de pie en la esquina en la derecha, pero estaba apagada. Intercambié miradas con Lydia y me acerqué lentamente al rincón. Alargué la mano para tocar la bombilla; estaba tibia. Recorrí el cable con los dedos hasta dar con el interruptor y lo presioné. Por un momento me sentí cegado por la claridad. Y luego por el horror.

El sofá más próximo a mí estaba cubierto del mismo espeso líquido carmesí, pero esta vez parecía ser más fresco y abundante. La sangre se escurría por los almohadones lustrosos, pegándolos entre sí. Tragué saliva y aparté la mirada.

Escuché los tacones de Lydia repiquetear en el suelo hasta el sofá. Extendió un dedo  y lo hundió en el cuero ensangrentado. Y luego cayó a un lado. Pude detenerla antes de que se golpeara la cabeza. Sus ojos estaban en blanco y su piel fría. Igual que la última vez. La sostuve un segundo hasta que volvió en sí.

—Se está desangrando —dijo ella débilmente—. Sé por dónde es, pero… estoy tan cansada…

—¿Quieres quedarte aquí?

Negó con la cabeza y se paró. Algo mareada salió de la habitación y dobló a la izquierda sin decir palabra. Corrí detrás de ella y me frené en seco. Una intersección. El camino se dividía de nuevo. Pero esta vez no había tiempo que perder.

—Yo iré por aquí —señaló Lydia uno de los dos caminos, aparentemente al azar.

—No. No nos separaremos de ningún modo. Olvídalo.

—¡¿Quieres que Malia muera y Peter se convierta?! —me gritó con la respiración irregular. Estaba agotada y se notaba.

—¿Y si algo te pasa? —murmuré con la cabeza gacha.

Ella se acercó y me obligó a levantar la vista. Su mirada se dulcificó.

—Entonces me salvarás. Como siempre haces —susurró y presionó mis labios contra los suyos. Acto seguido y sin darme tiempo a reaccionar, se dio media vuelta y se encaminó por el pasillo oscuro.

Suspiré y me fui por el restante. No podía ver nada. Pero si podía escuchar. Y por eso pude oír con claridad el grito de terror de Lydia.

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Bueno, hasta que me digno a subir cap, eh. Perdónenme, la verdad es que además del problema del Internet por alguna razón me costó mucho escribir esto y en realidad no me terminó de gustar como quedó. Supongo que lo mejoraré cuando edite la novela, al final de la misma.

Wow, extrañaba escribir estas notas. ¿Cómo andan?

En fin, esta vez también tengo una preguntita: ¿alguien shippea Klaroline? Necesito saber que no estoy sola en este mundo xD

Cambiando de firma,

-BlueBooks

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