Capítulo 6

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*Narra Stiles*

Eran las seis y media de la mañana y yo, sentado en la acera de la casa de Derek, no podía dejar de bostezar. Scott me había mandado un mensaje hace cinco minutos avisando que él y Kira llegarían algo tarde. Irresponsables.

Me estaba muriendo de sueño, casi no había dormido nada. Llenar la maleta me llevó muy poco tiempo, pero luego intenté dormir durante horas sin resultado. Para colmo, como íbamos a viajar en mi jeep, era muy probable que yo fuera el que condujera.

Unos momentos después vi un taxi estacionar cerca de mí. Lydia bajó de él, con una blusa bordó y una falda turquesa. Era muy su estilo, y en verdad era lo que mejor le quedaba. Deslumbrante. Pero luego, cuando se acercó, vi que estaba más pálida de lo normal y tenía oscuros surcos azules bajo los ojos.

—¿Estás bien? Te ves un poco...

—¿Desastrosa, demacrada, horrible? —parecía también estar de mal humor, porque ni ella podía creerse que semejantes adjetivos podrían aplicarse a Lydia.

—Iba a decir cansada. ¿Dormiste mal?

—Tuve... una pesadilla. Nada importante —pero le tembló el labio inferior al decirlo.

—¿Segura? —iba a seguir interrogándola cuando Scott y Kira llegaron por el otro lado de la calle.

—Lamento la tardanza, pero tuvimos que sacarnos de encima a Liam antes de venir. Ese chico de verdad es terco —se excusó mi amigo—. De todas maneras, subamos ya al auto. Le diré a Derek que baje.

Asentí y me dirigí al jeep que estaba estacionado enfrente. Ninguna de las chicas se ofreció a conducir, así que abrí el baúl para dejar las maletas y me senté en el asiento del conductor. Kira ocupó el asiento trasero y hubiera jurado que Lydia haría lo mismo, pero no. Abrió la puerta y se sentó en asiento del copiloto. La miré y ella me sostuvo la mirada unos segundos, hasta que Derek y Scott llegaron y se sentaron junto a Kira.

—¿Todos listos? —pregunté listo para arrancar. Nadie me respondió, lo que tomé como una respuesta positiva y encendí el motor.

Durante los primeros minutos encendí la radio y dejé la música baja para que los demás conversaran. De vez en cuando me hacían alguna pregunta, pero parecieron entender pronto que yo estaba demasiado cansado como para entablar una charla lo más humana posible, así que me dejaron en paz. Según los cálculos del GPS que pendía del vidrio, llegaríamos en unas diez horas a Los Ángeles, o con este tráfico quizá más. Por supuesto, yo no esperaba ser el único conductor, a menos que los demás estuvieran de acuerdo en morir estrellados contra un árbol, cosa que seguro pasaría si yo conducía mucho rato más. A eso de las nueve de la mañana el cielo se nubló y empezó a caer una lluvia torrencial. Los demás poco a poco fueron dejando de hablar hasta que en el auto reinó el silencio. Miré por el espejo retrovisor y vi que todos estaban profundamente dormidos. Kira casi sobre Scott y Derek... Derek estampado contra la ventanilla.

En la radio, que sonaba bastante baja, estaban pasando un tema que yo no conocía, pero que parecía bastante triste.

Lydia bostezó. La había creído dormida varias veces hasta entonces, pero de vez en cuando bostezaba, señal de que estaba despierta y de que no había dormido.

—Oye, ¿por qué no duermes un rato? Es evidente que tienes sueño —le ofrecí.

—No —dijo ella muy segura— no quiero dejarte solo. Sería de mala copiloto.

—No me molesta.

—A mí sí. No voy a dormir.

—Está bien. Escucha... sé que estas ocultándome algo. Te conozco. Hay algo que no anda bien, solo espero que si no me lo estás contando, no sea porque crees que no puedes confiar en mí. Porque puedes, Lydia.

—Sí, Stiles, lo sé. Confío en ti más de lo que confío en mi misma incluso. No es eso, te lo aseguro —carraspeó, como evitando seguir el tema—. Entonces ¿cómo lo llevas sin novia, eh? Quiero decir, debes extrañar sus abrazos asfixiantes, que se te tire encima y todo eso.

—Lydia, Malia no es todo en mi vida. Tengo otras cosas, otras personas.

—Suenas como si los demás fuéramos solo un remplazo —Dios, no podía estar más equivocada.

—Eres más que eso y lo sabes —luego me corregí—. Todos lo son.

—Sí, sí, lo que digas.

—¿Estás enojada por algún motivo? —no quería que la voz me saliera muy entusiasmada o algo por el estilo, pero quería que lo estuviera. Más bien, no enojada. Celosa.

—¡No! Es solo que... a veces nos extraño a nosotros dos, resolviendo casos, siendo un equipo. Sé que es estúpido pero... algo cambió y me molesta.

Yo podía ponerle un nombre a ese algo. Malia.

—Pero sigue siendo igual, Lydia. Tú y yo somos los mismos. Sigues siendo mi amiga, mi mejor amiga. ¿Lo sabes, verdad? —lentamente, alargué mi mano hacia la de ella y la presioné levemente. Ella levantó la vista y nos quedamos así un rato.

El claxon de un coche pasando a nuestro lado nos devolvió a la realidad. Retiré mi mano de la de Lydia.  Por Dios, que irresponsable había sido. En vez de prestar atención a la ruta había estado muy tranquilo hablando con Lydia mientras mi novia corría peligro. ¡Mi novia! ¿Pero en qué estaba pensando? Lydia celosa, tomarla de la mano, hablarle como si fuera más que mi amiga, ¿en donde estaba mi cerebro entonces? Pero me respondí yo solo: en el mismo lugar adonde se iba cada vez que estaba con Lydia.

Ella pareció darse cuenta de mi repentina recuperación de la consciencia, porque las dos horas siguientes las pasamos en silencio, uno bien incómodo.

Por suerte, al llegar a una estación de servicio, Scott se ofreció a conducir por el resto del día, a lo que yo no me quejé, de veras necesitaba dormir.

—Cuídalo como a tu bebé —le advertí antes de entregarle las llaves.

 Lydia y yo intercambiamos lugares con él y Kira y Derek siguió durmiendo tranquilamente. Ese vago.

Pronto me dejé caer en la tierra de los sueños. Dormí bastantes horas sin ninguna interrupción, hasta que a eso de las seis de la tarde desperté al pasar por encima de un bache.

Lo primero que reconocí al abrir los ojos fue una suave sensación en la cara y un fuerte y agradable perfume a manzanilla. Me costó otro poco entender que tenía la cabeza enterrada en el cabello rojo de Lydia, quien estaba apoyando delicadamente su cabeza en mi hombro y sus brazos en mi pecho. Me quedé sin moverme, no quería despertarla por nada del mundo, tenía una expresión llena de paz y respiraba profunda y regularmente. Parecía un ángel. Un  ángel con cabello color rubio fresa.

—¿Aún la quieres? ¿Después de tanto tiempo? —me susurró Scott desde adelante.

 —Creo que nunca dejé de hacerlo —respondí sinceramente.

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Y... hasta acá el capítulo de este miércoles!! De verdad chicos necesito que voten y comenten para ver si de veras les está gustando o no.

 Nota: una vez más, el video adjunto no es de mi autoría, créditos a la que lo hizo. Creo que es más fácil decir que ningún video que suba es mío, yo no sé hacer esas cosas xD

En fin, sin nada más que decir, me despido.

-Blue



Soulmates || StydiaWhere stories live. Discover now