Capitulo VI: Tus Deseos Erroneos.

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En Suiza casi siempre hacía frío, pero Isabelle Lightwood apostaba que sus escalofríos no eran por el clima.

"Los demonios con hijos pueden permanecer en el plano terrenal por la sangre humana de sus hijos. Pero Lilith engendro a un bebé con más sangre de ángel que de demonio. No un hada, ni un brujo, sino un guerrero. Y eso era algo a lo que no podía atarse. ¿Pero doblegarlo? ¿Emocional y físicamente? Eso anularía la fuerza del ángel."

¿Ridículo, no? No podía ser cierto. Jonathan era el monstruo, el asesino, el enemigo. No era una pobre victima, que mereciese protección. Y a pesar de que Elaine insistiese en que Jonathan no estaba consiente cuando asesino a Maxwell Lightwood, a Isabelle no le bastaría nunca.

Así que exigió ver a su hermano. Y aunque Elaine se mostrara reticente, al final acepto, bajo la premisa: "No se acerquen, no dejen que Jonathan los vea. Hago esto solo para que vean que Alexander esta a salvo".

A las afueras de la ciudad, casi en las montañas, se encontraba la dichosa mansión. Salvaguardas activadas, de sólido ladrillo y cristal que dejaba entre ver a la sala.

Pero no era eso el motivo de su estremecimiento. Alec estaba ahí.

En un horrible suéter gris y pantalones de pijama, con una taza entre sus manos (a suponer, café) y el cabello en mechones desordenados.

Isabelle quería correr y abrazarlo, gritarle que estaba ahí y se pregunto por qué los demás no hacían lo mismo, pero lo siguiente que vio paralizo sus pensamientos.

Sebastián, en unos simples pantalones de chándal, luciendo recién levantado. Le arrebato la taza a Alec de las manos y cuando este frunció el ceño, Sebastián le beso.

Arcadas, debía vomitar, esto no era cierto... ¿por qué Alec sonreía así? ¿Sebastián le abrazaba?...arcadas, debía vomitar, esto no era cierto.

Esto era culpa de Elaine.

Se volvió, ignorando la sorpresa de Clary, el dolor de Magnus y la inescrutable mirada de Jace. Sintió su látigo deslizarse desde su brazo hasta su mano, la furia del ángel llamear en sus venas cuando se abalanzo sobre la pequeña bruja, e ignoro por completo el grito de Magnus.

Elaine no movió ni un músculo, casi como si esperara que Isabelle se retractara faltando unos segundos, pero la Lightwood no lo hizo y Elaine pareció profundamente decepcionada por ello, más no asustada.

El látigo se envolvió en el cuello de Elaine, pero cuando Isabelle tiro de él, Elaine no se movió. Ni siquiera parecía notar el electro alrededor de su garganta. Los ojos de Elaine se iluminaron en un azul muy suave. Frunció su ceño, curiosa

-¿Magnus? ¿Hechizaste este látigo? –Cuestiono, casi formando un pequeño mohín – Lo lamento, Isabelle Lightwood, ningún objeto tocado por la magia de Magnus Bane puede lastimarme.

Isabelle rechino sus dientes, soltando el látigo con furia –Bien, te matare con mis propias manos.

-Izzy ¡no!

-¡Isabelle, detente!

-Izzy, ya basta, esto es estúpido.

-Bueno, hola pequeño zafiro.


*ºººº*ºººº*ºººº*


Después de cinco meses a su lado, Alec sabía que no existía nada que Jonathan le negase. Alec podía pedirle las nubes, y Jonathan las compactaría para él. Todo lo que pidiese, en el momento en que lo pidiese, justo como lo pidiese.

The Things I Forget (Jonalec)Where stories live. Discover now