Capitulo IX: Esta nueva vida.

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Elaine pensaba que las personas sufrían dolor solo por gusto. Los artistas lo hacían para lograr su arte perfecto. Pero si los siglos de vida que tenía le servían de experiencia, el panorama actual no tenía nada de artístico.

Los Lightwoods no se marcharon. Y resulto asquerosamente conveniente que Magnus tuviese (o conjurase) un apartamento cerca de la Mansión de Jonathan. Cerca como, a un kilómetro. Era vergonzoso de ver hasta que punto podían llegar por no dejar ir a Alexander.

Alexander, quien por cierto, no había superado su enfado con su familia y parecía más que dispuesto a ignorarlos.

Elaine intento razonar, más que nada porque quería que todos se llevaran bien. El problema de ser una bruja empática es que mientras más fuerte fuesen las emociones manifestadas, más difícil seria para ella bloquearlas. Había pasado días de visitas con la mente llena de un odio, tristeza y resentimiento ajeno que no permitía que pudiese disfrutar su vida en paz.

Así que ese martes, dos semanas después de su encuentro con Viviane y la fabulosa explosión del pequeño zafiro, Elaine toco la puerta de la casa de Jonathan con un ramo de jazmines, su abrigo azul esponjoso y unos guantes con motivos de ositos panda.

Alec abrió, llevaba un suéter de lana negro, con algunas machas de polvo blanco, y unos jeans holgados. En su cuello relucían un par de marcas redondas y violáceas, casi como unos...bueno Adrien también se los hacía a ella, así que daba igual. Había una gran sonrisa en su rostro y posiblemente no se debiese del todo a Elaine, sino a quien esperaba al final de la mirada sobre su hombro.

-Buen día pequeño zafiro –saludo, extendiendo las flores –No encontré el sándalo que te gusta, además no lo considero una flor del todo hermosa.

Alec sonrió aun más, envolviendo a Elaine con sumo cuidado en un abrazo flojo –Gracias, Ely. Pasa, vamos. Jonathan esta en la cocina, aprendemos a hornear pasteles

Al dejarla ir, busco rápidamente un jarrón con agua para las flores, y las acomodo en la mesilla de la sala.

-Creí que ya sabías hornear pasteles –comento Elaine, despojándose de su abrigo –Aunque eso explicas las manchas en tu ropa. Personalmente, vine a hablar contigo.

Jonathan apareció, saliendo de la cocina con un bol lleno de mezcla chocolatosa y un poco de harina aun en la parte superior.

Ojos verdes, cabello blanquecino, su sonrisa. Por fin, pensó, Jonathan estaba a salvo y feliz. Era todo y al mismo tiempo no era nada. Si las palabras de Viviane eran ciertas, Elaine tenía que protegerlos. Pero para ello tenía que mantenerlos juntos o por lo menos en buenos términos.

-¡Hey! –Saludo -¿Quieres un poco? –señalo entusiasta la mezcla.

Elaine negó – Necesito que me permitas hablar con Alec un momento. Tú trata de cocinar eso, porque me niego a comerlo mientras este crudo.

Jonathan lucio decepcionado pero termino asintiendo, con un puchero casi invisible en su rostro. Ante ello, Alec presiono un beso en la mejilla de Jonathan, largo y con extrema dulzura. Luego, con lealtad, mojo su dedo en la mezcla y la probo con una sonrisa. –Es perfecta amor.

El rubio pareció orgulloso, aunque  discretamente, dejo un beso en la nariz de Alec y se fue directo a la cocina.

Elaine se dejo caer en el sofá blanco de la sala de estar, con Alec a su lado. Este la observo, calmado pero con una mirada de saber que lo que Elaine deseaba no era agradable.

-Pequeño zafiro –comenzó –sé que no te gustara pero, necesitas hacer las pases con tu familia.

Alec negó inmediatamente –No –dijo. –Soy feliz, Ely. Sé que debe ser difícil para ellos comprenderlo, pero cuando me devolviste mis recuerdos...-su mirada se ilumino –Jamás me sentí así. Siempre tuve algo que probar, algo que entregar, una decisión difícil que tomar, pero Jonathan lo hace fácil. Soy el primero de sus pensamientos, es tan sencillo como respirar, por primera vez nada parece complicado. Solo correcto. ¿Por qué a nadie parece importarle eso? Me he pasado la vida entera haciendo lo correcto, disculpándome cuando no fui suficiente y aceptándolo todo. Pero ahora, esto es mío. Esta es mi vida, de café en la mañana, de libros y chocolate caliente, peleas de nieve y películas por la noche. –Parecía auténticamente maravillado por ello –Quiero conservar esto. –suplico.

The Things I Forget (Jonalec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora