31 | C A P I T U L O

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¿Por qué sigues pensando
que es una historia de amor?

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ARIA:

Se suponía que debía ir de inmediato a la oficina y ponerme a trabajar de una vez por todas, ya no me podía dar el lujo de faltar tanto sabiendo que estaba hasta el cuello de deudas. Asi que sin más, ya me encontraba yendo con dirección al edificio.

Sabía que Clinton era lo correcto. Que luego de años de rivalidad lo que había desarrollado era un apego especial. El sentimiento de quererlo junto a mí para poder molestarlo y, aunque sea masoquista, en el fondo me gustaba que él me molestara, aunque a veces lograra que me enojara más de la cuenta y todo acabara mal.

Pero de igual manera, todo apuntaba que la atracción hacia él era más fuerte que nunca, nadie ni nada se comparaba con esa situación. Porque, como había dicho Clinton días atrás, “es algo que se desarrolla a lo largo del tiempo, no en tres meses”. Claramente Clinton y yo teníamos años de conocernos, ambos habíamos sido la peor, la mediocre y la mejor versión de cada quien ante el otro y nunca nos importó que el otro se enterara de esas facetas, porque al final siempre nos aceptamos.

Todo lo que había ocurrido era la prueba de que él era lo correcto, y vaya que quería que lo fuera.

Así que sí, había decidido que quizá podía empezar algo con Clinton, me gustaba estar a su lado y sabía que a él igual.

Al acercarme a la puerta de la oficina podía escuchar como provenían gritos dentro de esta, sin embargo al seguir avanzando y quedar completamente frente a esta, los gritos habían desaparecido casi de inmediato.

La puerta no tardó en abrirse dejando a simple vista a un señor de unos aproximadamente ochenta años, o más «no lo sé, no soy adivina» quien, a pesar de su edad daba una buena impresión.

Su cabello era color plateado por lo que imaginé que de seguro se lo teñía, sus cejas a pesar de su edad mantenían un color negro azabache intenso que contrarrestaba sus ojos color café. Se notaba que era alto, sin embargo imagino que por su edad debió encorvarse quedando de esa manera en la que ahora se encontraba de pie.

—¿Y quién es esta bella joven? —comentó el señor de manera cálida y amable.

Sonreí ante su comentario… se notaba que era una buena persona.

—Mi nombre es Aria Stone —formulé con una sonrisa en mis labios.

El señor giró su cabeza lentamente con dirección a Clinton, quien parecía tener su vista perdida en algún lugar, y al percatarse de ser observado fijó su mirada en nosotros.

—Entonces tú eres…

—La novia de Angelov —interrumpió Clinton.

De inmediato lo miré confundida, no entendí porqué dijo aquello, y antes de que yo lo pudiese contradecir, el señor volvió su mirada a mí y sonrió.

—Oh, tú eres la que salió en los periódicos eh —dijo de manera divertida— no te preocupes, ya supe que todo fue un mal entendido, espero que no te avergüences por las mentiras de esas personas. Como el abuelo de estos dos sé como son estas personas.

Él. El abuelo.

Mi sonrisa se desvaneció de mis labios, el señor tenía pinta de ser buena persona, pero por las cosas que me habían dicho no lo era en absoluto.

Secretaria de Clinton Baker ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora