Capítulo 8 | Parte 2

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—Solo iremos a su casa, a ver una película —sonrío inocente.

—Si, señor Lionel, se la traigo sana y salva —se incorpora Allie y él se acaricia una cien, parece ya agotado.

—No.

Me dice y se levanta del sofá apagando el televisor, me quedo en mi lugar sin ninguna expresión «creí que me dejaría» y no sé por qué lo creí si siempre que quiero ir a algún lugar él no me deja y me ahorro el tiempo que gasto en pedirle permiso, pues siempre es lo mismo. Se encamina a las escaleras y yo solo lo sigo con la mirada y con picazón en mi nariz.

Allie me codea y la volteo a ver molesta, "¡¿qué?!" Le hago saber con mis ojos

—Ve, inténtalo de nuevo —me susurra y me empuja para que lo siga.

La veo por encima de mi hombro, reprochando mientras camino detrás de él, ¿por qué mejor solo aceptamos que no me dejará?

Entro en su estudio y él se sienta en él.

—Papa...

—No, Collet, ya di una respuesta.

—¿Por qué no?

—Porque no y ya.

Su simpleza me enoja porque nunca me deja negociar. Agarra unos papeles de su escritorio.

—Eso no es una respuesta —me cruzo de brazos.

Ojea lo que contiene cada papel y no me responde, espero unos minutos parada frente a él y no lo hace, creo que ni piensa hacerlo así que...

—Bien, no seas malo —le ruego—, solo será en la casa de ella, además tú nunca me dejas salir a ningún lado y...

Estrella sus papeles en el escritorio, provocándome un respingo y respira tratando de tranquilizarse.

—Estoy lo suficientemente cansado como para lidiar con tus caprichos, no eres de andar de casa en casa y lo sabes, además ya van a ser las siete y no vas a estar de noche fuera. Así que anda a tu cuarto y miras como está Dafne —ordena con su tan típico tono de voz amenazante.

Me quedo parada, aun así, observándolo, pensando en el motivo por el cual siempre es así. Trago saliva y me doy la vuelta cuando siento que mis ojos pican avisando que lagrimas saldrán de ellos. Me enoja y me da rabia la situación, tengo casi dieciocho y sigo siendo tratada como una cría, que se la vive encerrada en su casa y que su rutina es de la universidad a la academia y de la academia a mi casa, y no puedo darme un respiro.

Llego para donde Allie está y antes me limpié las lágrimas, no quiero parecer absurda.

—No me dejó —le informo neutra.

—¿Por qué?

—Porque dice que ya será noche y que no voy a andar de casa en casa.

—Ah, me ofende —se pone una mano en el pecho, dramática.

—No es personal —le menciono mientras me tiro en el sofá—, siempre es así.

—Ese tu papá no es nada cool —sacude su larguísimo cabello.

Reparo su bien formado cuerpo, ella parece un reloj de arena con su diminuta cintura, sus voluptuosas caderas, pechos y trasero. Es hermosa.

Se acerca a mí y pone sus manos alrededor de su boca, ahuecándola.

—Pero de todas maneras te pasaré a buscar más noche —me susurra al oído.

Mi cara se deforma en pura duda.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now