La muerte.

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El sonido de un metal chocar hizo que Temari despertara de inmediato, miro a cada lado y solo encontró la habitación vacía, el tiempo que había pasado era desconocido pero estaba segura que la mañana había acabado hace mucho, su esposo no había regresado aunx una bandeja con comida y una nota estaban en la mesa de noche. "No dejes tu habitacion" era todo lo que decía, no conocía la letra de Shikamaru lo suficiente como para asegurar que fuera suya... ¿y si alguien la quería adentro? Se puso de pie y camino hacia la ventana, habian muy pocos guardias, bastante raro, que cuidaban las puertas de el castillo, la noche caería pronto pues muchas antorchas se encontraban encendidas... ¿donde estaba Shikamaru? .

Se quito las ropas sudadas con las que habia dormido y se puso sus pantalones de cabalgar, sobre ellos un vestido ligero, busco entre las gabetas el sobre de cuero que habia traído consigo de Suna y lo guardo entre su vientre y su pantalón, se agacho y de bajo de la cama saco la pequeña maleta con cartas y libros, en uno de ellos se encontraban sus implementos para tejer, los cuales llegaron a servir más para jugar a ser un hada que para tejer al fin; tomo la aguja y con ella recogió su cabello.

Al abrir la puerta de su habitación se encontró con lo más extraño, no habían guardias custiodiandolas y aquello era una mala, muy mala señal, entre las reglas de cualquier castillo o palacio era imposible dejar sin seguridad a la reina al menos que se presentará una emergencia.

Su corazon latió con fuerza cuando dio un paso adelante, probablemente Shikamaru estaba en peligro ahora, el nunca la habría dejado dormir tranquila sin nadie a su cuidado, mucho menos en un momento como este.

- Su alteza. - Temari giro encontrandose con un desconocido para ella, pero quizás el estaba esperandola.

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- ¿Ella... se molesto mucho? - Sari acariciaba el pecho de Kankuro, mientras eran acompañados por sabanas y un suave fogata. - Demasiado débil para ser una reina... aunque podría odiarte por otras razones. 

- Tiene razón. - Dijo el rey. - Me estoy comportando como un idiota... ¿como soy capaz de celarla con un tipo muerto?

Sari se sento, dejando el pecho de Kankuro abandonado, sus cabellos negros cubrieron su pecho cuando los dejo caer. - Porque sabias que la amaba...

- Si.

- ¿fue lo último que dijo? - ella lo miró preocupada, acariciando su mejilla, Kankuro aparto la mirada, aquella conversación no estaba permitida.

- No tengo idea Sari.

- ¿no fuiste tu quien lo hizo? - ambos comenzaron a buscar sus ropas, Kankuro la tuvo mas difícil que la chica, pues ella solo tuvo que ponerse un vestido encima.

- No directamente. - El moreno se puso de pie. - Y mientras estemos en el castillo, esa conversación no sale a flote.

Un puchero y ojos de perro se dibujaron el rostro de la muchacha. - Lo siento... siempre estoy curiosa sobre eso. ¿Como pudo el rey de Konoha enviar una carta sobre su muerte?

- No fue el rey Sari, simplemente me avisaron que lo habían logrado.

La muchacha lo abrazo. - Ella te odiaria toda la vida... Supongo que tu cuñado te ayudo un poco.

- Iban a matarlo de todas formas, cualquier corresponsal que leyera lo que un monje le envía a una mujer casada sufriría un castigo. - Sari no sabia callarse la boca, podia see muy complaciente pero al momento de hablar quería saberlo todo, leyes, permisos, historia...

- ¿el iba a escapar de la iglesia?

- Probablemente, habia ropa y dinero listo.

Sari bailo hasta el lado de su novio, aquel con quien habia compartido todas sus primeras veces. - Se te notaba muy arrepentido en aquel tiempo... viajaron y al regresar le tenias tan terribles noticias.

La elección. Shikatema FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora