Sweet dreams *

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El hedor de melocotón dulce que Jisoo tanto detestaba llenó sus fosas nasales. Invadió sus venas y su piel se enchinó con disgusto. Botó la camisa de Mingyu dentro del canasto, vaciando todo el contenido dentro de la lavadora. Retrocedió con un suspiro, observando como la máquina comenzaba su ciclo de lavado, borrando hasta el último rastro de ese hedor.

Pero Jisoo no podía borrarlo. La inmundicia permanecía en cada rincón de su dulce hogar.

Virtió detergente sobre los mostradores, limpiando hasta la última esencia. Limpió los dos pisos, desde la instancia más alta hasta la más baja, cada rincón por lo cual no tenía sentido que la inmundicia fuera eterna. El reloj marcó las siete de la tarde, pero Jisoo sabía que su esposo, Mingyu, regresaría más tarde como siempre. Tomó asiento en el sofá, aguardando en la oscuridad. El silencio lo volvía loco. Tranquilamente, comenzó a llorar, sintiéndose más cerca de la locura irreparable.

Jisoo tomó su celular e impacientemente llamó a Seungkwan, su mejor y único amigo.

"¿Seungkwan?"

Jisoo escuchó la voz adormilada del contrario, murmurando cosas inentendibles. Su corazón se aliviano un poco al imaginarse cuán horrendo lucía Seungkwan al despertar. "¿Hola?" contestó luego de un momento, "¿Jisoo?"

Jisoo rió entre dientes. "¿Quién más?"

Seungkwan se sentó de golpe en un instante, peinando su desordenado cabello.
"¿Qué pasó? ¿Quieres que nos veamos?"

Los dedos de Jisoo estaban presionando su celular.

"¿Podríamos? Necesito contarte algo...algo que ha estado molestándome."

"Sí, por supuesto," contestó el otro, rascando su cabeza. "Te veo entonces dentro diez minutos en La Bleu."

Jisoo se cubrió con un grueso abrigo y metió ambas manos a sus bolsillos mientras trazaba su camino calle abajo. Mingyu seguía sin llegar. Suspiró, observando un vaho salir de sus labios. Aceleró su paso, dirigiéndose a la puerta de cristal del lugar y escuchando la campanilla sonar mientras se adentraba al pequeño bar.

Inmediatamente ubicó a Seungkwan en la barra, agitando su mano con aquella sonrisa de idiota que lo caracterizaba.

Seungkwan empujó una copa de vino hacia Jisoo, pero este se negó. "No gra-"
"A veces debes beber sólo un poco, aligerará el peso en tu cabeza," Seungkwan remarcó con una sonrisa, inclinándose hacia al frente. "Entonces, ¿qué querías decirme?"

Jisoo fingió una sonrisa, pero esta lucía demasiado falsa como para engañar a alguien como Boo Seungkwan. "¿Qué pasó?" presionó un poco más. Jisoo miró de vuelta a la copa de vino -y aunque no era un aficionado al licor, de alguna forma ahora estaba tentándolo. Pasó un dedo sobre el cáliz de la copa. "Dime ahora, Hong Jisoo," Seungkwan demandó con el acento costero deslizándose de sus labios, y Jisoo lo miró de vuelta, inhalando.

"Creo que...Mingyu está engañándome."

Repentinamente todo lo que Jisoo podía ver era la expresión congelada e incrédula de Seungkwan, sus ojos ampliamente abiertos y labios entreabiertos. La música fluyó a través de sus oídos, vaya que odiaba esa canción. Sweet dreams are made of this. Who am I to disagree? I travel the world and seven seas. Everybody is looking for something. Oh, cállate. Jisoo gritó dentro de su cabeza, pero la música sólo resonó más fuerte y Jisoo sólo podía sentirse más patético.

Seungkwan bajó su copa, tragando con impaciencia antes de contestar.
"¿Desde hace cuánto sospechas que ha estado engañándote?"

¿Hace cuánto? Jisoo se sentía tan tonto incluso deletreándolo: hace mucho. Le han visto la cara de estúpido por mucho tiempo. "No estoy seguro," trató de controlar el temblor en su voz. "¿Desde el último octubre?"

Degenerates | MinshuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora