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Jisoo respiró profundamente, se miró en el espejo, y contó hasta tres. Sus ojos brillaban en una escueta tonalidad de café y negro. El traje alrededor de su cuerpo combinaba perfectamente con el aburrido color de sus ojos -¿Por qué siempre era él mismo su peor enemigo? Exhaló, volviendo a su recuento. Hoy era el día en que debería encarar a su ex esposo. Debía dejar de pensar en Mingyu de esa forma; de ahora en adelante, eran sólo amigos -alguien con quien solía compartir una parte de sí mismo, pero ya no más. Ya no compartían ese tipo de relación íntima. Jisoo se acomodó el blazer antes de agarrar su maleta y marcharse. 

Ubicó el Lamborghini escarlata de Junhui en cuanto salió del apartamento. El carro de su elección era siempre ostentoso. El bocinazo que dio Junhui para llamar su atención resonó por toda la cuadra y Jisoo se acercó, saludando dócilmente. El vidrio bajó lentamente y el rostro atractivo de Junhui lo saludó. "Vamos juntos," el hombre sugirió, adelantándose a abrirle la puerta del copiloto, Jisoo no pudo hacer nada más que aceptar. "Seguro," dijo, forzando una sonrisa y metiéndose en el flamante vehículo aún indeciso. 

Junhui habló de su amigo orgullosamente durante todo el camino -de cuán bellos eran sus rasgos, de su manierismo y de su honesta personalidad. Por un segundo, Jisoo juró ver un destello de tristeza en los ojos del otro, pero el hombre giró el volante demasiado rápido como para notarlo y pronto se encontraron en un estacionamiento. "Ya estamos aquí," Junhui avisó, y el destello desapareció. Jisoo asintió y caminó tras el hombre. Inconscientemente, sus manos comenzaron a temblar, y la desesperación comenzó a asfixiarlo. Frotó sus manos, y se recordó que debía respirar, inhalar y exhalar; una y otra vez. Uno, dos, tres. Se preguntó ¿por qué estaba sintiéndose tan aterrado de verlos de nuevo? ¿Era porque temía envidiar su felicidad? Jisoo exhaló, alzando la mirada tan pronto como llegaron al salón principal. 

Era un espacio masivo; había lugar para cualquier cosa, excepto para él. Caminó tras Junhui, pasando un dedo por la extensa mesa del centro. "¿Qué piensas?" Junhui se giró y le sonrió, Jisoo sólo pudo asentir afirmativamente. "El lugar luce genial. Bastante espacioso para los invitados, ¿cuántos invitados mencionaron los clientes?" Jisoo preguntó, tratando de distraerse antes de que la ansiedad lo arrastrara a pensamientos sin sentido. 

"No muchos. Jeonghan dijo que sólo invitaría a unos cuantos," Junhui respondió. Jisoo tenía la ligera sospecha desde su conversación anterior con Junhui de quien era el amigo del más alto -un rostro más bello que el de cualquier mujer con una audaz y honesta personalidad. No encajaba con las características de Mingyu. Estuvo a nada de morderse la lengua al escuchar a otra persona hablar tan diligentemente de Jeonghan. Oscurecía su corazón. Jisoo debía dejar de compararse con Jeonghan. A veces el mundo era injusto. Algunas personas nacían con rostros tan bellos como su corazón y luego estaba Jisoo, quien odiaba mirar el reflejo en el espejo cada mañana al despertar y cuyo corazón estaba manchado de carbón quemado. No se había percatado de que había ignorado la voz de Junhui hasta que el nombre de Kim Mingyu lo despertó.

"...No deberían tardar en llegar. ¿Listo para conocer a Mingyu-ssi y Jeonghan?"

Frunció las cejas y labios ligeramente, obligándose a sonreír. Todavía no le había comentado a Junhui sobre su relación, o mejor dicho, ex relación con dichos clientes. Las palabras no salían de sus labios -cada que lo intentaba, la vergüenza lo volvía mudo. "Oh, aquí están," Junhui lo hizo temblar con esa oración, y Jisoo se quedó paralizado,, demasiado asustado como para girar y enfrentar su realidad. Junhui colocó un brazo sobre sus escuálidos hombros. Quizás, de alguna manera, Junhui pudo palpar la tensión en el más bajo cuando lo acercó más a su cuerpo. Su cálida mirada permaneció sobre el sonrosado rostro de Jisoo antes de reír suavemente.

Degenerates | MinshuaWhere stories live. Discover now