[4] Doscientos años aguantando la maldad humana...

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Maratón 3/5


"—Papi, duele —lloriqueó el niño apretando su brazo contra su pecho, su camisa de seda blanca marchándose de rojo carmesí gracias a la herida que tenía en la zona.

El hombre de cabello azul igualen, besó su mejilla y lo abrazó, meciéndolo de lado a lado.

—Ya pasará, mi pequeño, ya lo sabes —le dijo secando sus lágrimas. El hombre empezó a cantar una melodía, arrullando al pequeño para que calmase el dolor de su herida.

Al pasar el rato el pequeño despegó su brazo de su pecho y lo observó.

— ¿Viste? Ya pasó —sonrió el mayor secando sus húmedas mejillas. El niño sonrió, mostrando sus lindos hoyuelos, al hombre le gustan ver sonreír a su hijo, le daba esperanzas de poder salir de aquel lugar en donde estaban cautivos.

La sonrisita del niño se borró cuando escuchó unos pasos.

—Papi, los hombres... —sus ojitos se cristalizaron y sus manitos se cerraron en las ropas del mayor que solo lo arrulló y besó su mejilla.

—Te quiero mucho, mi niño, ¿está bien? Solo será un momento y ya, empieza a contar hasta cien, verás que antes de que llegues a noventa ya estaré aquí —lo abrazó y besó su mejilla, dejándose llevar por los hombres de bata a los que estaba acostumbrado.

El pequeño SooBin se acurrucó en una esquina del lugar y empezó a contar en medio de sollozos, no le gustaba estar solo.

—U-uno... —hizo el número con su dedito— Do-dos... —y así siguió, una hora le tomó al niño mencionar todos los números. Unos minutos después, SooBin estaba golpeando la puerta con sus manitos, soltando gruesas lágrimas— ¡Cien! ¡Papi, cien! ¡Llegué a cien! ¡Cien! ¡Cien! ¡Cien! —cayó de espaldas al suelo cuando alguien pateó la puerta.

— ¡Ya cállate, monstruo! —gritaron del otro lado, el pequeño SooBin volvió a acurrucarse en su esquina volviendo a contar hasta cien mirando a la puerta cada que llegaba a dicho número.

Esa noche el pequeño SooBin contó diez veces hasta cien, esperando a que su padre entrara por esa puerta, pero a la número once se dio cuenta de que el adulto ya no llegaría.

Como su mamá.

Como su abuelo.

Y como su hermano."







SooBin soltó un suspiro exhausto, llevaba dos horas entrenando con armas de fuego, se le hacía difícil cuando se trataba de alguna ametralladora, debía mantener las piernas fijas en un lugar si no quería caer pero el programa tenía las dificultades encendidas y, por eso, estaba esquivando algunas rocas y una que otra flama de fuego.

— ¡De rodillas! ¡Colócate de rodillas! —gritó la persona que estaba encargada de ayudarlo a entrenar y formarse de manera adecuada, SooBin se hincó en el suelo y disparó a los blancos que tenía en frente, rodó en el suelo debido a un escupitajo de fuego de su lado derecho y con toda la agilidad y fuerza que tenían sus piernas saltó un obstáculo antes de disparar a los dos últimos blancos que daban por finalizada el programa— Bien, estás mejorando cada vez más con la armas de fuego, pero necesito que lo practiques constantemente y no solo una vez a la semana —dijo el hombre que lo estaba entrenando.

—Hyung, sabe que no me llevo muy bien con las armas de fuego —dijo entregándole el arma al hombre que rió mostrando sus dientes parecidos a los de un conejo.

Elements Attacks || YeonBinWhere stories live. Discover now