ʙ ᴀ ᴛ ʜ ʀ ᴏ ᴏ ᴍ ʙ ɪ ᴛ ᴄ ʜ

Start from the beginning
                                    

Del cajón inferior a este, sacó dos vibradores a control remoto, ambos de color rosa. No pensó que Volkov fuera a practicar ese tipo de cosas, pero al igual que Conway, era una caja de sorpresas.

El comisario se limitó a quitarle la ropa rápidamente para poder colocarle el conjunto de esposas, una vez ya estando totalmente desnudo, lo obligó a ponerse de espaldas, de rodillas y con las las manos hacía atrás. Ajustó las correas, dando un agarre fuerte a cada extremidad. Una vez ya inmovilizado, le colocó una de la cintas de seda en los ojos, y finalmente sintió el frío metal rodearle su cuello. Escuchó como Volkov tomaba el extremo de la correa y tiraba de él, incitándole a mover ligeramente el tronco hacía adelante. Horacio había quedado mirando hacia la cabecera, Volkov dejó la cadena amarrada a esta y se paseó alrededor de la cama, mirando complaciente la condición en la que se encontraba Horacio.

— Quiero ver si deja que le sigan diciendo 'amor' después de esto.

Se había acercado a su oído, y Horacio sintió su aliento caliente, sacándole un notorio escalofrío por todo el cuerpo.

No tardó mucho en que Conway hiciera acto de presencia con Gustabo por delante, agarrándole firmemente el antebrazo, que estaba escondido en su espalda. Horacio solo pudo escuchar como se abría la puerta, y la risa de Gustabo.

— Creo que está vez sí te portaste muy mal. ¿Eres un conejito malo?

Dirigiéndose a su hermano, no pudo esconder la carcajada, pero la risa fue callada en cuanto Conway lo tomó nuevamente del mentón, obligandolo a alzar el rostro a mirarlo.

— Vas para el mismo camino, muñeca.

Gustabo tragó saliva. Fue guiado por Conway hasta la cama, posicionándolo en una orilla de esta, junto a su amigo. Le echó una rápida mirada de reojo, observando también los objetos restantes en la cama, que esperaban por él. Se dio cuenta de que Horacio estaba totalmente sometido, no podía ver, hablar ni moverse, lo tenían de rodillas atado como un perro literalmente. ¿A él le esperaba lo mismo? ¿En serio?

— Eh, ¿Conway?

El superior lo miró con aire autoritario, esperando a que Volkov le trajera la paleta forrada de piel negra. Con los ojos respondió a su pregunta.

— ¿Yo también voy a estar igual?

Refiriéndose a lo inhabilitado que estaba Horacio, él no sabía si podía a llegar a aguantar tanto como su hermano.

— Tú castigo era menor. Hasta donde sé, tú no estuviste de zorra. 

Fue lo único que contestó. Horacio, dándoles la espalda, se arrepentía de haber atendido la llamada sin antes revisar quién era, pero a la vez se estaba excitando de una manera que nunca había experimentado en su vida. Le gusta sentir su miembro al aire, y que aún así, se sintiera que estuviera a punto de explotar por no recibir la atención que necesitaba. Las paredes de sus cavidad anal comenzaban a contraerse con fuerza, su cuerpo comenzaba a sudar y el frío que en un principio sintió había sido reemplazado con un calor sofocante. Todo eso sin que nadie le tocará.

Volkov se acercó a Conway con una paleta de piel, sobre el cuero había una palabra tallada. Bitch. Quedaba perfecta para la ocasión. Entonces, con esta misma empujó a Gustabo, provocando que se recostara sobre la cama. Desde esa perspectiva, podía ver el rostro de Horacio, no podía ver sus ojos, pero notó como la boca empezaba a emanar saliva de más. Está ansioso.

Desvió su mirada cuando sintió como su superior le retiraba con agresividad los pantalones. Cerró los ojos y comenzó a rezar internamente un padre nuestro, y pidió a algún ser celestial que se apiadara de él. Lastimosamente, el único que escuchó su plegaria fue el Lucifer.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Where stories live. Discover now