—Vamos Dafne, dímelo —la animo luego de unos segundos, acariciando su cabeza.

Ella no me devuelve el abrazo, nunca ha sido de ese tipo de cosas, no es de demostrar afecto por medio de cosas que impliquen acercamientos físicos, porque es un poco fría. A los únicos que abrazaba era a papá y a m...

—Mamá —habla y me aleja, deshaciendo así el abrazo que le estaba dando— Extraño a mamá —confiesa. Se limpia sus lágrimas, aún sin mirarme a los ojos, por lo cual yo emito un suspiro, comprendiendo esa parte del malestar, una parte nada más, el resto es peligroso y no debe tener justificación.

—Yo también la extraño Dafne, pero tienes que saber que eso no es motivo para que busques ese tipo de cosas, hay maneras de- —

—¡Extraño la casa! —grita, interrumpiéndome e ignorando por completo lo que dije— Extraño la secundaria, a mis compañeros —se pasa las dos manos por su cabeza, como si así pudiera controlarse y tomar fuerzas— ¡A tía Marlen! —se endereza y se acerca a mí, conectando esos ojos rojos, llenos de un sufrimiento que me transmite siendo inexplicable— ¡Y para colmo, papá solo se mantiene en el trabajo! —termina estrellando sus manos a los lados de sus piernas.

Yo me quedo estática, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Ella estalló, de verdad lo hizo y nunca había escuchado tanta amargura en cada palabra que decía, como la que está usando en este momento, ni siquiera yo lo he podido lograr.

Ahora es cuando entiendo que no soy la única que le ha afectado las cosas, que llora todas las noches, que se levanta a media noche por causa de una pesadilla, recordando una y otra vez aquella noche tan dolorosa en dónde ya no volvería a ver la hermosa sonrisa de mi madre. Es un suceso que duele, que formó una herida que no cierra y que nos lleva a una desesperación por querer curarla, por querer dejar de sentir ese dolor de alguna manera; yo he mejorado, pero ahora me he dado cuenta que solo estoy viendo por mi lado, y que estoy olvidando a mi hermana menor, quien en estos momentos ha demostrado todo lo que está sintiendo, todo el daño que está experimentando.

Dafne se acerca mucho más a mí, me mira a los ojos, y yo no sé qué es lo que ve en ellos, pero a consecuencia de haberlos visto por unos largos segundos, niega con la cabeza entre cierta decepción, para luego caminar hacia delante, esquivándome, no obstante, se detiene a mi lado, me arrebata su celular de mis manos y me pasa por un lado cruzando la puerta. Eso me hace reaccionar.

—Dafne...

—No, Collet, tú no me ayudas en nada en este momento —interrumpe con una seriedad que... me sorprende.

¿No la ayudo en nada? ¿Por qué no? ¿A qué se refiere? Ella está considerando hacer algo que no debería ni pensar y yo debo hacer algo al respecto, porque es mi hermana, no pienso dejarla así. Se va por el pasillo que da a la terraza, la empiezo a seguir, decidida a alcanzarla, quedando quieta cuando ella se detiene tan de repente de su avance.

—Y no, no lo voy a hacer, así que quédate tranquila —aclara y retoma su camino—. No me sigas.

Me le quedo viendo a su silueta y la dejo, dejo que se vaya porque tal vez necesita su tiempo a solas. Esto obviamente no se va a quedar así, que ella me haya dicho que no lo haría no me tranquiliza en lo absoluto. Me devuelvo a mi cuarto y tomo el celular para llamar a papá, él debería saber qué es lo mejor para hacer, debería saberlo de hecho.

Ayer, después de que Allie vino a dejarme, luego de haber ido a clases de baile a la academia, me fui directamente a bañar, me dormí seguidamente y, por eso no vi ni siquiera llegar a papá, y hoy se fue temprano al trabajo.

No me contesta a las primeras llamadas que le hago, desesperándome en ese intento necesitado de alguien que me diga que todo está bien con Dafne y que nada es grave. Un mensaje de Allie me cae a la bandeja de entrada, lo veo y ni le pongo atención, no tengo la mente para eso ahora, aunque tampoco puedo evitar pensar fugazmente en lo que ocurrió ayer.

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now