Capítulo 29

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"Ah, quería hacer más realista la escena", pensó. Aunque le sorprendía esto, porque el chico no actuaba mal, solo hablaba de algo nervioso o tartamudeando, pero ni si quiera pasó por su cabeza la idea de que fuera tan osado para hasta improvisar.

Pero el había dicho "Lee Donghyuck", no "Julieta". Quizá se había confundido, eso era lo más probable.

También recordando que estaban frente a muchas personas y que, en realidad, debían actuar. No era momento para confundirse de palabras.

—M-Makku t- — ni si quiera pudo continuar, porque el canadiense asintió y continuó con su trabajo.

—Eres una persona muy especial para mí, cuando te veo, pienso en que me gustaría ver siempre tu linda sonrisa, pero imaginar que la provoco yo me da aún más felicidad — dijo con sinceridad — Cuando te veo, quiero llenarte de besos y abrazos. Cuando me miras me gustaría aplastar tus mejillas y morderlas, pero siento que no te merezco, porque eres la persona más preciosa que pueda existir.

Donghyuck ya comenzaba a respirar entrecortado , con su corazón hecho una máquina de bombear sangre y su cerebro tratando de asimilar toda la información. Estaba pensando si tirarse de un puente o tirarse de un puente.

—Pequeño — el alma de Donghyuck se fue directo al cielo en un nanosegundo — ¿Te gustaría ser mi novio?

El nombrado miró a todos lados, asustado de haber escuchado mal y que trasnochar jugando ese jueguito de su consola le comenzara a afectar. Parpadeó varias veces y consiguió el mismo resultado, un rubio mirándolo atento y con unos nervios para nada ocultos.

La gente susurraba y miraba asombrados la escena.

¿Estaban viendo mal o era Mark? ¿Mark, el chico que odiaba hasta respirar y que con suerte les daba los buenos días?

Las manos de Donghyuck se movían intranquilamente, tratando de saber si era verdad o no.

—M-Makku, ¿hablas de verdad o es por el guión..? — sus mejillas rojas y ojos esperanzados brillaban aún más por los reflectores.

—Hablo muy en serio, Lee Donghyuck — acercó tímido sus manos hasta entrelazarlas, a lo que el menor casi chilló, pero hizo su mejor intento para guardar la compostura.

—Y-Yo — su silencio era algo tétrico, porque no era solo Mark el que esperaba la respuesta, si no que, literalmente, el público entero estaba nervioso.

Hasta la gente que se había quedado dormida se había despertado por el bullicio y probablemente, lo más interesante que había pasado durante la obra.

—H-Hyuckie...si no q-quieres está bien, y-yo... — los balbuceos sin sentido de Mark fueron interrumpidos por un beso.

Donghyuck había saltado a sus brazos, enrredándolos en su blanquecino cuello, acurrucándose y escondiendo su pequeño rostro en él.

Había dicho que sí, pero se había aturdido lo suficiente como para ni si quiera escuchar los gritos de la gente.

—¿Q-Qué dijiste? — preguntó confundido.

—Dije que sí, señor ogro — respondió cálido, mirando a los ojos al mayor, mientras que con su dedo tocaba la punta de la nariz de éste.

No faltó nada más para que Mark mostrara una sonrisa de oreja a oreja, probablemente, brillando más que la armadura metálica que había en el lugar como decoración. Sus manos abrazaron al cuerpo contrario con necesidad, como si el menor se fuera a escapar a algún lado del mundo para no volver.

Casillero | Markhyuck Where stories live. Discover now