Capítulo 18

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—Entonces, ¿usarás peluca? — preguntó indiferente, mientras se echaba una papa en su boca.

El pelimenta había agarrado confianza de un día para otro, incluso, ya le sacaba de su propia comida.

—Que sí, me tendré que poner vestido, tacones y peluca, ¿contento? — el menor asintió, riendo juguetonamente.

La clase de biología había sido cancelada, por lo que solo tuvo que sentarse y hacer algo para no morirse de aburrimiento durante esa hora libre.

—Entonces, ¿donde estuvo durante la fiesta, hyung?, me abandonó — preguntó Chenle, mirándolo como si Donghyuck fuera la peor escoria del mundo por dejarlo supuestamente "solo".

Bueno, al menos Chenle ayudaba a matar el tiempo. De manera extraña, pero lo hacía.

—Ah, perdón por dejarte "solo" — hizo comillas con sus dedos — No pensé que te sintieras tan mal estando encima de una mesa, mientras gritabas lo mucho que te gustaban las galletas de una tal "señora Sunge" — el contrario lo miró con una mueca de disgusto, pero sin vergüenza alguna.

—Al menos yo si disfruté una fiesta como corresponde.

—Tus métodos son bastantes extraños, además, ¿que es eso de que aún te gusta tomarte la leche en biberón cuando nadie te ve?, ¿eh?

A Chenle se le subieron los colores a la cabeza, mirando sin saber que decir. Sus pequeños ojos se abrieron tanto que ni si quiera parecía asiático.

Ese era uno de sus secretos oscuros, también, bastante extraño.

Al pelimenta le gustaba aún sentirse como un bebé, incluso llegando a quedarse dormido en la cuna de su hermana menor. Su mamá ya estaba acostumbrada a verlo así, pero el único que sabía de su secreto, además de medio instituto que fue a la fiesta de Lucas, era Jisung.

Jisung era su mejor amigo, el cual vivía al lado de su casa. El rubio quedó petrificado cuando con todas las buenas intenciones del mundo, se acercó a saludar a Chenle a través de la ventana.

Sí, encontró a Chenle, pero cubierto de muchas mantas y con un biberón en mano, tomando el líquido que había en el interior. Generalmente, era leche de chocolate, la de frutilla sabía bastante extraña, aunque si no había otra cosa, tampoco la desperdiciaba.

Los gritos probablemente sonaron hasta en la gasolinera que quedaba a la otra punta de la ciudad.

Tampoco terminó siendo la gran cosa, porque ahora, Jisung era el que le regalaba ese tipo de cosas. Tenía un set de mantitas a juego con sus pantuflas, más un lindo biberón que le había obsequiado por su cumpleaños.

La mamá pensaba que era extraño, pero era mejor que tenga ese tipo de gustos a que sea alguien con gustos realmente perturbadores.

También, un dato interesante y no perturbador, era que la mamá del rubio, la famosa señora Sunge, era un amor y lo trataba como su propio hijo, dándole galletas cada vez que podía.

Ahora esperaba que medio instituto lo haya ignorado y que ni se acuerden de haber dicho aquello del biberón. Su reputación de niño bueno, bien portado, no debía verse afectada por sus anomalías.

Casillero | Markhyuck Where stories live. Discover now