Capítulo 19

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El tema iba bastante bien, bueno, se intentaba.

Mark trataba de entablar, aunque sea, una mínima conversación con el pelirrojo, pero como siempre, era ignorado olímpicamente por éste mismo.

"Oh, lo siento Mark, tengo que ir a peinar a mi perrito", "lo siento Mark, hoy debo hacerle un queque a la señora Kang", "debo ir a cuidar a la paloma de el amigo de Chenle", "debo limpiar mi cueva".

Todas esas eran las excusas diarias, que no eran realmente una mentira, pero que aparecían cada vez que Mark intentaba hablarle luego de saludarlo educadamente.

Se comenzaba a rendir, pero Taeil le seguía diciendo que aún era pronto. Quizá Donghyuck necesitaba un tiempo para pensar, mientras que Mark solo estaba siendo un apurón.

Aunque hoy, parecía ser su día de suerte.

-Si quieres, podemos ir a almorzar juntos, estoy libre, supongo... - respondió el pelirrojo con una leve sonrisa, pero la sonrisa del rubio era aún más grande.

-¿E-Enserio? - el menor asintió, borrando su alegría, para ahora fruncir su ceño y mirarlo intimidante.

-¿Qué? - preguntó seco - ¿Acaso tengo cara de chiste?

El rubio solamente negó, pero sin dejar de sonreír. Estaba feliz, realmente feliz.

Extrañaba aquellas bromas que hacía el menor, las extrañaba como nunca. Deseaba tanto poder hablar de otra manera que no fuera solo un saludo.

-Oh vamos, deja de sonreír así, me pones...nervioso - dijo en un hilo de voz a penas audible, pero Mark lo escuchó de todas formas, agrandando su sonrisa aún más, si es que era posible.

El rubio estaba literalmente soltando brillos a través de sus ojos marrones, deslumbrantes y cálidos, tal cual amaba verlos Donghyuck.

El menor lo miró y rodó los ojos, caminando discretamente con un leve color rojo en sus mejillas. El comedor estaba bastante lleno, pues era martes de pasta, algo que no pasaba desapercibido a través de los ojos de Donghyuck, quien ya estaba en camino a la fila, tironeando de la mano al canadiense, el cual solo miraba embobado y sonriente.

-¿Te gusta la pasta?

-Corrijo, me gusta la comida - el menor señaló con su dedo índice al frente de la cara de Mark, pero el chico solo abrió levemente sus labios y volver a sonreír.

-¿Puedo invitarte a comer un helado a la salida? - preguntó tímidamente, sin saber cuál sería la respuesta.

-Eh, cuidado camaroncito - respondió divertido - Las cosas con calma, chico canadiense.

Mark lo miró levemente entristecido, pero aún seguía sonriendo feliz.

Bueno, cualquier estupidez que saliera de la boca del menor sería, literalmente, arte a los oídos de Mark. Incluso un insulto lo pondría feliz, aún más si incluía esa linda sonrisa.

Oh, Dios.

Se sentía realmente idiota, pero un idiota enamorado.

Estaba internado hacer las cosas bien. Como debió hacerlo desde un inicio.

Sonrió pequeño, mirando atento cada acción de Donghyuck, pidiendo el plato de comida y examinando su plato como si fuese una especie de crítico gourmet. Bueno, Donghyuck se sentía un verdadero crítico a la hora de comer. No era exigente con el plato en sí, si no, que era exigente con el sabor de éste.

Casillero | Markhyuck Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz