Había abandonado mi vida anterior con la intención de dejar atrás todo aquello que jamás debía ser recordado. Mi plan ahora era sencillo; vivir la vida normal y mantenerme alejada de los problemas. Debí apegarme a ese plan. Debí escuchar a mi conciencia y a todas las señales que me advertían que todo iba a irse de cabeza por culpa de cada uno de ellos. En especial de él, ese hombre de ojos malignos capaz de destruir sin un ápice de piedad. Desde el primer momento supe que haría todo por arruinar mi vida, pero se equivocó creyendo que era una víctima, era una luchadora.
No había manera de evitar lo que sucedería. Quizás por eso todo se volvió difuso y no pude ver que algo más caótico se estaba gestando a mi alrededor. Si creía que mi guerra con el encapuchado era lo peor que me había pasado, estaba a punto de darme cuenta que estaba equivocada.
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