Capítulo 7

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¿Nunca has sentido esasensación de que todo se está moviendo a tú alrededor, pero tú no? Como si tu cuerpo ya no te perteneciera. Te observas a ti mismo desde afuera y te encuentras carente de sentir lo que se supone que deberías.

Podría confundirlo con una de mis pesadillas, pero sé que esta en particular, no lo es.

Alguien acaba de ser brutalmente asesinado frente a mí. Aun siento como la sangre espesa y tibia se desliza lentamente por mi frente, nariz y pómulo, como se pega mientras se seca en la piel de mis manos, y lo único que puedo hacer es... nada. No puedo llorar, gritar, correr. Solo estoy estática o tal vez, flotando en el aire sin despegar mis pies de la tierra. La sensación es demasiado familiar como para asustarme.

En su mayoría todo se ve borroso; solo hay formas y algunos colores. Otros, sin embargo, los puedo distinguir conmovidos, vomitando, retorciéndose con sus caras empapadas, completamente horrorizadas con lo que acaba de pasar.

¿No es así como debería estar yo? Parpadeo en búsqueda de lágrimas, pero mis ojos están secos, nada sale. ¿Por qué no estoy así? Solo tengo esta pequeña impotencia gestándose en mis entrañas al sentirme tan ajena a mí. Odio no tener el control.

«Respira. No olvides respirar».

Inhalo en un intento de dominar mi cuerpo. Al menos puedo hacer eso.

Mi mente regresa al asesinato. Esa pobre chica con su cabello rojizo enmarañado, los pies descalzos, su pálida piel sucia y con algunos moretones, corriendo pavorida, asustada... desprotegida.

¿Qué podría haberle pasado? ¿Qué pudo haber hecho para terminar así? Todos creíamos que la situación estaba controlada, y entonces la vi congelarse viendo detrás la mujer que la consolaba.

¿A quién estaba mirando? La persona que la mató, ¿seguirá aquí entre nosotros?

Busco entre los rostros como si pudiera reconocer quien lo hizo.

No sabría decir por qué, pero mi mirada se desvía al final de las mesas y lo que veo me deja helada. Los vellos de todo mi cuerpo se erizan cuando mis ojos se encuentran con esa mirada fría, oscura y escalofriante.

Sentado encima de la mesa con una pose relajada a pesar de lo que sucede alrededor, está mirándome fijamente un chico de mirada estoica, cabello negro azabache, con los brazos llenos de tatuajes hasta los dedos, una camiseta negra, jeans y botas.

Es él y no tengo dudas. El enmascarado de Halloween.

Mi pulso se dispara y mi corazón comienza a latir con prisa en mi pecho. Esa es la única reacción que siento desde el acontecimiento. ¿No me altero por la muerte de alguien, pero si por un hombre?

Patético.

Cruza sus brazos en su pecho haciendo que los grandes músculos de sus bíceps se contraigan. Desearía mirar a otro lado con tal de no sentir las brasas ardientes que me envía su intensa mirada, pero no soy capaz de apartar mis ojos hasta que algo impacta contra mi rostro.

Dolce BelladonaWhere stories live. Discover now