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Todo mi cuerpo se tensa completamente ante la voz de Cade y esos ojos amenazadores que se clavan en mí.
Bajo la vista por un segundo al agarre firme que tiene en mi muñeca y luego observo como la comisura de sus labios se alza en una sonrisa maliciosa.
—¿Estás bien? —llega Evan rompiendo el momento.
Termino de estabilizarme y tiro de mi brazo.
Aspiro una profunda bocanada de aire para recuperar el aliento. Esto no es bueno, nada bueno. No obstante, hago acopio de mi control y enmascaro mi rostro para ocultar cualquier expresión que pueda adelantarme.
—Estoy bien. Gracias —le ofrezco una pequeña sonrisa a Evan y no me molesto en agradecerle a Cade.
Él asiente con una sonrisa relajada, una que no tiene nada que ver con la actitud que tenía minutos atrás.
—¿Y bien? ¿Qué hacías espiándonos? —Cade se cruza de brazos y su acento se vuelve más fuerte—. ¿Tan aburrida es tu vida que tienes que escuchar conversaciones ajenas? ¿Ah?
Evan pone la mano sobre su hombro para que se calme.
—Oye, tranquilo. No creo que Marie estuviera haciendo eso, ¿cierto?
Los dos me observan esperando una respuesta. La expresión de Evan es pacífica, su postura calmada, mientras que Cade a su lado, me mira como algo pequeño de lo que quisiera deshacerse.
—Por supuesto que no —respondo con sequedad—. Estaba buscando la salida y me perdí.
Cade se ríe sin humor. Es obvio que no me cree.
—Puedo acompañarte si quieres —ofrece Evan—. Ya voy de salida.
—Sí, está bien.
—Espera un momento, creo que dejé mi móvil en la mesa. No tardo —pasa a mi lado corriendo.
Ni de broma voy a esperarlo al lado de este idiota que no para de mirarme como si me odiara. El sentimiento es mutuo.
—¿A dónde crees que vas? —Cade me agarra por el brazo.
—¿A ti qué te importa? —digo entre dientes.
—¿Vas a irte y dejar tus cosas en el suelo? —chasquea la lengua—. No parece algo propio de ti.
Me aparto de su agarre y miro en la misma dirección que él lo hace y en efecto, mis cosas están en el piso.
Recojo los resaltadores primero y los meto en mi bolsa, extiendo mi mano para agarrar mi libreta y Cade la pisa con fuerza. Jodido idiota, casi me aplasta los dedos.
—¿Se puede saber que mierda te...?
Me levanto lista para encararlo, pero rápidamente sujeta mis brazos a mi espalda.
