Capítulo 11

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Un hombre mayor con un uniforme de oficial de policía, se mantiene firme y con la mirada al frente, custodiando la puerta mientras los detectives que me abordaron minutos atrás permanecen afuera discutiendo quien sabe que.

Aprieto los dientes conteniendo mi ira al recordar como me sacaron de la cafetería, como si fuera la maldita asesina que encontraron con las manos en la masa. Como si no hubiera tenido suficiente con las miradas llenas de prejuicios que me estaban dedicando cuando entré. Debí irme, debí aguantar hasta llegar a mi apartamento y no entrar en ese maldito lugar. ¿Pero no se supone que la universidad es diferente? ¿Qué somos adultos o que estamos comenzando a serlo y nadie debería estar pendiente de la vida de nadie? Mi cabeza empieza a palpitar y los destellos de aquellos años empiezan a aparecer en mi cabeza, pero me niego a darles riendas sueltas, no quiero pensarlos, no quiero recordarlos. De manera automática, subo la manga que cubre mi muñeca y me clavo las uñas, dejando que el dolor detenga todo, que sea el enfoque de mi cerebro y mis sentidos... y cuando siento que la neblina de los recuerdos se dispersa, puedo respirar con tranquilidad.

El sonido de la puerta abriéndose me pone alerta, así que suelto mi muñeca, vuelvo a poner mi manga en su lugar y me acomodo en mi puesto.

Dos hombres vestidos con trajes y tres tazas de café entran en la pequeña sala en la que me tienen retenida desde hace media hora. Uno de ellos se queda atrás dándole indicaciones al policía y el otro avanza hasta llegar al otro lado de la mesa.

―Lo siento por lo de hace rato ―se sienta y extiende una de las tazas de café hacia mi―. No queríamos causar un alboroto, pero llevamos días intentando localizarte. Eres una de las testigos más importante y, por lo tanto, es necesario que te hagamos algunas preguntas.

Llevo mi mirada de la suya a la de la taza y luego hacia él de nuevo, decidiendo si debo confiar y cómo debo comportarme. Por su apariencia, calculo que debe tener unos veinticinco años; es joven, por lo que no debe tener mucho tiempo de haberse graduado, debe estar lleno de sentido de justicia, creyendo que va a atrapar a todos los malos, ansioso por resolver un gran caso y obtener reconocimiento. Lleva el saco abierto, al igual que el primer botón de su camisa que junto a su corbata desajustada le da un look más desarreglado y relajado. Me sonríe y me hace una señal en dirección al café y con esa acción completo el perfil que me estoy haciendo de él. Va a utilizar la proximidad de nuestras edades a su favor, va a jugar al policía bueno, que me entiende, que es como yo, todo para que me relaje y confíe en él y así poder sacarme toda la información que necesita.

Por mucho que me gustaría ayudar en este caso, no creo que tenga ninguna información relevante, además, hay cosas de mí que no puedo decir, así que tengo que tener cuidado con mis palabras.

―Gracias ―murmuro agarrando la taza entre mis manos―. Para no querer dar un espectáculo, hicieron uno bastante grande ―le doy un sorbo al café.

Dolce BelladonaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ