Desconocido

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ADVERTENCIAS:

El siguiente capitulo encontrarás pensamientos inadecuados, escenas sangrientas y acciones violentas que bajo ninguna circunstancia están bien en la vida real. 

Leer bajo su responsabilidad.

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"Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre".

Edgar Allan Poe


El clima frio me recibe cuando bajo de la camioneta frente a una fábrica abandonada que estamos usando desde hace dos meses en Rumania. No es aquí donde quiero estar, pero por seguridad no puedo acercarme tanto a la zona que deseo. No puedo exponerme a que esos bastardos sepan de mí.

Durante años he visto desde lejos como continúan sus vidas, si es que huir de un lado a otro puede considerarse vivir, sin remordimiento ni pena. Lo peor de todo es que no les bastó con acabarme, sino que también han vuelto un chiste el imperio que una vez estaba destinado a mis manos, pero eran muy cobardes y arcaicos para aceptar mi visión, mis planes y mis ideas. Me eliminaron cuando dejé de servirles, así que no me quedó más opción que planear, pensar y crear una estrategia para tomar lo que por derecho me pertenece y devolverles cada uno de los golpes que han dado. ¿Creen que pueden huir de mí? No pueden, aunque quieran, soy la sombra a su espalda, la brisa que respiran y la sangre que corre por sus malditas venas.

Abrocho mi guante de cuero en la muñeca para protegerme del implacable frio, hoy está nevando, dándole un aire poético a mi llegada. Hace tiempo que no juego y estar encerrado en Polonia está aburriéndome. No me malinterpreten, hay algo delicioso y excitante en planificar a fuego lento y ver como poco a poco tus enemigos van cayendo en cada una de tus trampas, sin siquiera saber que eres tú detrás de todo, pero de vez en cuando, hay que ensuciarse.

—Bienvenido señor —me reciben en la entrada hablándome en su idioma antes de abrirme la puerta.

Ni me molesto en mirarlo y paso. Escucharle hablar en su idioma ya me puso de mal humor, extraño mi idioma natal.

Tres hombres, con aspecto de sicarios me esperan en lo que queda del recibidor y luego de un asentimiento de cabeza, caminan frente a mí para guiarme hasta la sala donde me están esperando. Nathan, Olson y Travis, mis escoltas y seguridad de confianza, se mantienen a mi espalda. Uno de ellos, no se cual, carraspea seguramente notando el error que los que están frente a mi cometieron. No me preocupo, van a morir, quizás... si me siento benevolente deje uno vivo para que aprenda la lección, que por encima de mí, nadie.

—¿Quiere que me encargue? —murmura Olson a mi espalda.

—Después —es todo lo que digo.

El lugar es una mierda; el olor a viejo es lo que se respira en el aire, el moho cubre gran parte de las paredes, algunas están en mejores estados, pero la pintura está caída; varias zonas del techo están huecas permitiendo que la nieve y el aire gélido se cuele en el lugar; se nota que nadie ha habitado esto en mucho tiempo.

Mientras camino, mis manos comienzan a picar con las ganas que siempre me acompañan; las de hacer daño. Las ansias por saber si lo que hay del otro lado, es lo que tanto he perseguido durante los últimos años se enredan en cada terminal de mis huesos, sin embargo, mis expectativas son bajas. Ya me fallaron una vez trayéndome a la persona equivocada, espero que este no vuelva a ser el caso. No debería ser tan duro si fallan, ya que a pesar de conocerlos tan bien, no he podido dar con el lugar en el que se encuentra, pero el deber y yo, somos como el agua y el aceite, no nos mezclamos, no somos amigos. No debería haber hecho muchas de las cosas que he cometido, sin embargo, las he llevado a cabo sin una pizca de remordimiento o preocupación, lo único que me arrepiento es de no haber sido más precavido.

Dolce BelladonaOnde histórias criam vida. Descubra agora