XXI

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- ¿Puedo ponerme el pijama de Addi? -me preguntó Maddie.

- Claro, no creo que haya problema -dije apenada

- Lo lamento mucho... -dijo Ava

- No te preocupes, las voy a recuperar... -dije mientras acomodaba mi ropa para acostarse.

Nos acostamos temprano, estaba ansiosa, pero Ava me hizo plática y me puse más tranquila, me contó más acerca de ella y de lo que se perdió 10 años en aquel sótano.

- ¿Cómo conocieron a la Srta. Catherine? -pregunté

- Ella nos enseñó en otro colegio, y como ustedes, nos trajo a un campamento falsificando los comunicados, el diablo les dijo que debían darle algo a cambio de sus poderes, ya que había terminado el trato, y lo renovó entregando nuestras almas -dijo Ava

- ¿Pero cómo es que están vivos y conscientes si sus almas las entregó? -cuestioné

- Bueno... es algo extraño porque cuando entraron al sótano fue como si nuestras almas regresaron a nuestro cuerpo, y lo que dije en ese momento no era cierto, estaba aturdida y no sabía que decir..., tal vez en ese momento se agotó sus poderes o lo que le quedaba... -me respondió

- Ah y también, la Srta. Catherine se nos presentó como una voz, simplemente no la vimos, y sinceramente nunca imaginé que algo como eso es capaz de hacer algún humano -agregó.

- Desearía saber toda la verdad.... -dije cerrando mis ojos

--Narra Ava—

La verdad, no estaba cansada, y Maddie seguía despierta.

- Maddie, ¿quieres ir a leer el diario? -pregunté

- Yap -me respondió y se levantó

Caminamos en silencio hasta el cuarto de la Srta. Catherine, cerré las cortinas. Y estuvimos buscando alguna página interesante para leer. Aunque mis intenciones en ese momento eran otras.

Me coloqué más cerca de ella, y procedí a hablarle de otra cosa.

- Que bien hueles -le dije. Ella me lanzó una mirada y se sonrió. Tomo mi cuello y se lo acercó.

- Tú también hueles bien -me dijo. Sin duda le tengo ganas, pero no sabía cómo demostrárselo.

- Dios, no hay nada más caliente que tú -dije mordiéndome el labio

Ella sonrió y notó qué es lo que quería, camino hacia un estante y dejó el libro. Me acerqué, la miré a los ojos y la besé lentamente. Me siguió el beso, tomé su cuello y no nos detuvimos. Que suaves labios, nuestra respiración aumentaba.

La tomé de la cintura, mientras le sacaba la bata de dormir, nos echamos, abracé sus caderas con mis piernas. Tocaba cada parte de su cuerpo mientras le decía que tanto la quería al oído. A ella le encantaba, me pidió que no parara y eso hice.

Estuvimos un rato en ello, ella era mágica.

La abracé y me recosté sobre su pecho, me dormí escuchando su corazón latir.





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Gracias por leer <3

La Verdad del Bosque | ©Where stories live. Discover now