-Será mejor que los demás no escuchen eso, porque si no irán a crucificarlo.

-Cuando dices lo demás te refieres a Ryder –reí. Simon sonrió.

-No exactamente. Es cierto que Ryder sería el que peor reaccione, pero… tú no te das cuenta cómo se están esforzando todos los chicos de la fraternidad para que los quieras –hizo una mueca.

-Pero yo los quiero –fruncí el ceño. Simon me miró con una ceja alzada.

-Penny, somos hombres, pero no idiotas. Sabemos que odias estar en la casa, y que si tuvieras la oportunidad de irte y dejarnos, lo harías.

Bajé la cabeza y apreté los labios.

-Me siento tan estúpida.

-Lo eres, pero aun así te adoro, rubia –Simon me revolvió el cabello-. Y no vuelvas a admirar y lamerle el culo a Todd Gray como si fuera un dios porque si no te arrancaré los ojos por la noche.

Reí y lo abracé con fuerza.

-No sé cómo sentirme… quiero estar con ustedes, pero al mismo tiempo no, Simon.

-No queremos presionarte, por eso no tocamos el tema. Pero haz un intento por lo menos –me sonrió-. Intenta querer quedarte.

-Gracias, Simon, nunca pensé que sería de gran ayuda una conversación con un rubio idiota como tú.

Bufó y se separó de mí.

-Y después soy yo quien siempre la caga.

+++

 

 

-¡Penny! –escuché la voz de Todd mientras caminaba por el pasillo de la universidad. Me voltee y le sonreí.

-Hola, Todd –pude ver como al instante que se me acercó Todd, todos los estudiantes empezaron a mirarme con asco. No veía la hora de que Ryder desmienta el puto rumor.

-Ayer fui a tu casa a la hora que salías del trabajo pero ninguno de los chicos de la fraternidad sabían dónde estabas.

-Yo… estaba con Ryder –dije incómoda.

-Oh.

Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que me decidí a hablar.

-¿Qué te parece si vamos a sentarnos por ahí? Me gustaría conocerte más–sonreí levemente.

-Claro –asintió.

Caminamos en silencio hasta las canchas traseras, donde nos sentamos en las gradas, precisamente en el mismo lugar donde estaba hace un rato con Simon.

-Y bien, ¿qué quieres saber? –preguntó Todd sacando de su mochila una bolsa de caramelos.

-Cuéntame de tu vida, de tu familia, de lo que quieras.

-Pues… Mis padres son dueños de una cadena de hoteles en Los Ángeles y yo heredaré todo eso. Tengo una hermana mayor, pero la familia ya no tiene mucha relación con ella. A los 18 años se escapó con un chico problemático que conoció en esas carreras ilegales de autos, o motos, o lo que sea –hizo una mueca de enfado-. Es la decepción de la familia.

-Oh, debe ser feo –me rasqué la nuca, incómoda. Si se enterara de cómo era en mi pasado, se escaparía de mí-. Pero vayamos al grano… ¿por qué Simon West te odia tanto?

Todd pareció sorprendido, pero luego empezó a reír.

-Era cuestión de tiempo antes de que me lo preguntaras. West y su madre solían trabajar en mi casa. Nunca tuve una buena relación con Simon, así que me aprovechaba de él y de su madre, por eso me odia –sonrió y se recostó en la silla.

Adoptada por una Fraternidad © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora