3- La Pantera Rosa vs. Linterna Verde

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-Bueno... supongo que es un gusto conocerlos –dije incomoda a los demás una vez que cada uno terminó de presentarse.

Ya era de noche, y nadie estaba dentro de la escuela. Por eso, aprovechamos para reunirnos en la biblioteca.

Miré a mí equipo y noté que ellos me miraban expectantes ¿Pero qué mierda esperaban de mí?

Mierda, era demasiada presión.

-Penny, hablemos sobre nuestros gustos y colores favoritos después –me recomendó uno de los chicos, creo que se llamaba Garret-. Ahora hay un asunto más importante que atender.

Lo miré, esperando a que prosiga.

-Hoy en la tarde escuché a Ryder y otros chicos hablando sobre la primera broma que harán –Garret se aclaró la garganta-. Quieren que sea épica, ya que así avisarían a las demás Fraternidades que el ritual de iniciación comenzó. Por lo que escuché también, su broma será cuando menos lo esperemos.

Apoyé mi codo en la mesa y puse la mano en mi mentón, de forma pensativa, y dije-: Por alguna razón, siento que ellos no temen a que nosotros ataquemos primero.

-Obviamente no –habló por primera vez David-. Ellos creen que tú serás ingenua y que al no conocer muy bien el juego, la tendrán fácil.

-Entonces se equivocan –di un leve golpe a la mesa-. Hay que pensar algo rápido.

-Eso es lo que intentamos, estúpida –rodó los ojos uno de los chicos.

Bufé.

-La broma no tiene que ser tan grande ni épica, solo basta con que les avisemos que nosotros entendemos y estamos en el juego –dijo Garret-. Debemos pensar algo disparatado, algo embarazoso, como... condones pegados en la espalda o algo así.

-Diablos, no –hice una mueca-. Deberá ser peor que eso–dije y se hizo un silencio-. Vamos, hermanitos, piensen.

Los siguientes 10 minutos que pasaron escuché ideas totalmente... asquerosas. Bueno, ¿qué más podía esperar de unos universitarios?

-Colguemos condones usados en todos sus cuartos –sugirió un compañero llamado Keegan... creo.

-¿Qué obsesión tienen con los condones? –susurró un chico a mi lado.

-¿Y de dónde se supone que conseguirás usados? –le pregunté a Keegan burlona.

-Bueno... tú dime –elevó una ceja.

-Imbécil–gruñí mientras le lanzaba un bolígrafo que había sobre la mesa, haciendo que todos rían.

-Oigan, oigan –llamó David desde una punta de la biblioteca, mientras sostenía un libro en sus manos-. Creo que encontré algo.

Me acerqué a él y le arrebaté el libro. Elevé mis cejas al ver una larga lista de jugarretas infantiles.

-La 23 –me señaló David.

-Esa es –sentencié al leerla.

Llevé el libro hacia la larga mesa en la que mi equipo se encontraba. Los miré con una sonrisa malvada.

-Teñiremos sus cabellos.

Todos asintieron conformes y chocaron puños.

-Sí, es muy buena, pero... ¿cómo rayos lo haremos? –preguntó Tony, el nerd del grupo, según su presentación.

Oh, no había pensado en eso.

-Fácil –se encogió de hombros Keegan-. Visitaremos sus cuartos por la noche cuando duerman, robaremos sus champús y le pondremos la tintura. Fin.

Adoptada por una Fraternidad © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora