Aroma

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Mu jamás había usado su aroma, NUNCA, en ninguna circunstancia, y podía afirmar que ni siquiera sabía cómo usarlo. Aunque había leído y escuchado que muchos omegas usaban su aroma para calmar a otro omegas u alfas.

Así que cuando el muro de cristal se vio sacudido por uno de los más fuertes ataque de Aioros, Mu dudo en seguir levantando la barrera al ver al castaño caer por breves segundos bajo su mismo ataque, las heridas eran profundas y la sangre comenzaba a manchar las gradas de capricornio. Debía buscar una solución rápida, y que evitara más heridas en el castaño.

Vio de reojo a Shura ser sometido por sus dos compañeros, no habría mayor peligro si dejaba caer la barrera, tenía que hacer que Aioros se calmara y regresarlo a su templo. No quería que se siguiera lastimando más o Sagitario nunca le volvería a hablar por romper su palabra.

Aioros, nadie te quiere lastimar...calma — pidió tratando de que el castaño centrara su atención en su persona, teniendo nulos resultados, lo cual era obvio pues su omega estaba siendo retenido por otro dos omegas frente sus ojos — Aioros... — insistió al ver las intenciones del castaño de atacar a Camus y Afrodita — Aioros, mírame... — y de manera descuidada e inconsciente dejo su aroma salir. Shion jamás le hablo sobre su aromo, jamás le dijo que un lemuriano tenía un olor mucho más llamativo que un omega en celo, y él (Mu) jamás pregunto o hizo uso de este para saber las consecuencias de usar su aroma —

Aioros había girado a verlo y su iris se había dilatado totalmente, Mu apenas y pudo parpadear cuando el griego estaba a escasos milímetros de su rostro, mirándolo, analizándolo de una manera casi predadora. Y para cuando quiso reaccionar, unos colmillos estaban cerca de su glándula de vinculación. Nunca había sentido un tipo de paralización como la que estaba atravesando en ese instante. Fue una suerte de Milo apareciera en ese preciso momento y hubiera aplicado su restricción en Shura que de alguna manera, violenta, había logrado librase de Camus y Afrodita.

Todo se tornó un caos, Milo gruñéndole a Aioros y Shura atacando a los portadores de Acuario y Piscis.

Lo siento — fue lo que murmuro antes de invadir las mentes de Aioros y Shura, dejándoles inconscientes por las próximas 48 horas — llevémoslos a sus templos — ordeno a los otros dorados que veían con incredulidad como habían caído en la inconciencia dos caballeros dorados —...por favor — pidió al ver a los otros verlo con desconfianza —

***M***

Te iba a morder?! — Shaka sintió su calma irse lejos, pues la sola idea de que algún tonto Alfa estuvo por hundir sus mugrosos caninos en Mu le hacían perder cualquier tipo de tranquilidad que pudiera concebir —

...— desvió la mirada avergonzado por cometer tremendo error y más admitirlo frente al rubio que seguramente lo vería como alguien incapaz de solucionar esos problemas leves —

Alfas estúpidos que no pueden controlar sus estúpidas hormonas — gruño el rubio —

...— fue cuando Mu pudo percibir un leve aroma a chocolate. Un olor que jamás había percibido, un olor que delataba a un alfa, pero ninguno de sus compañeros dorados tenía un aroma así — Shaka? — sus ojos verdes se abrieron en sorpresa al encontrar a la fuente de ese aroma — eres un Alfa? —

...— su molestia se fue de golpe. Como demonios se permitió ese descuido? Había estado tan perdido en su molestia que no se había dado cuenta de que había dejado fluir su aroma, que obviamente lo delataría — yo...— verdes se centraron en él esperando que hablara –

***M***

Shura, espera! — Aioros se apuró a detener al capricornio que pasaba por su templo —

Estoy ocupado, Aioros. Necesito... — se había bañado y cambiado lo más rápido que su adolorido cuerpo le permitió con la sola idea de ir tras el león dorado, pero no se esperó que su camino fuera interrumpido por el sagitario —

Siempre estas ocupado, y yo necesito hablar contigo — con molestia y fuerza sostuvo al de capricornio de los brazos y lo puso frente a frente —

Suéltame! — ordeno el español. Quién diablos se creía el castaño para tratarlo de esa manera. Donde quedo el griego educado y comprensivo que conocía? —

No hasta que hablemos — aumento la fuerza con la que retenía al español, no estaba dispuesta a dejarlo marcharse una vez más y dejar su conversación pendiente por más tiempo —

Suéltame! Ya basta, Aioros! — uso toda la fuerza que su cuerpo adolorido le daba para librarse del griego, pues en su mente solo tenía la idea de ir con Aioria y hablar. Solucionar todo —

Shura — ojos negro verdosos se abrieron y sintió su cuerpo estremecerse y querer ceder ante la voz usada por el sagitario. Jamás, nadie usaba la voz de mando para imponer su voluntad en sus compañeros —

Yo...— se quiso partear así mismo por su estúpido todo de voz. Su omega quería doblegarse frente a su alfa destino, alfa al que quería vincularse — púdrete! Imbécil! Jamás vuelvas a usar ese tono de voz conmigo! — golpeo en el abdomen al portador de sagitario y dejándolo en el suelo tratando de recuperar el aire pérdido, se dirigió en busca de Aioria. Ya bajando las escaleras de sagitario su instintito le reclamo por golpear a su alga, al recordar las vendas que cubrían el cuerpo de Aioros — cállate! — le gruño a su omega, antes de apresurar su paso —

***M***

Iras al norte, no? — Afrodita pregunto sin dejar de ver con curiosidad como su amigo acomodaba ropa en una maleta —

Sí —

Vas a volver? — sintió una urgencia horrible por saber si el italiano volvería a las doces casas. Esa era mucha ropa para alguien que se va por solo unos días —

Sí —

Cuando? — exigió saber, mientras veía con molestia al portador de cáncer —

Pronto — se encogió de hombros en respuesta —

Pronto? Cuando? — Insistió con más enfado—

Que pasa? — con un suspiro cansino decidió centrar su atención en su amigo peli celeste —

Nada — desvió la mirada y trato de ocultar sus ojos cristalizados — solo promete que volverás —

Dita — el italiano acerco al menor a su pecho y le dio abrazo — solo voy a ir por una semana, veré como están las cosas y regresare, si? —

Lo prometes? — cuestiono sin dejar de ocultar su rostro en el pecho del Alfa —

Lo prometo — acepto y le dio un leve beso sobre la coronilla —

...— Afrodita se estremeció ante la muestra de afecto del mayor, pues eran solo contadas las veces en los que esto pasaba —

Mi Corazón y Mi instintoWhere stories live. Discover now