Destino

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El era Mu caballero dorado de Aries, guardián de la primera casa del Zodiaco, herrero del santuario y encargado de velar por la restauración de las sagradas armaduras de Atenea, uno de los últimos sobrevivientes de la raza lemuriana.

Cuando era un niño, su maestro se encargo de instruirlo en todos los secretos que solo su gente debía saber y atesorar como el último de su legado. Fue un entrenamiento difícil junto al patriarca de Santuario Shion, sin embargo tuvo una familia junto al peli verde.

Su raza mítica, siempre tuvo un integrante o más en las filas del ejército de la diosa Atenea, como muestra de gratitud y fidelidad a la diosa que les ayudará a sobrevivir luego de que su continente fuera destruido. Un deber que cumplían con dedicación.

Mu era solo un niño, cuando Shion le hablo sobre lo diferentes que podían ser de los seres humanos. La primera diferencia era que, su poder no solo era para defenderse si no para crear, dar vida y restaurar, lo que vio reflejado en su trabajo con las armaduras, pero lo que más le emocionó fue el poder escuchar a los mantos sagrados relatar sus experiencias y opiniones sobre sus portadores y las guerras peleadas en las que tuvieron que cuidar bien de sus escogidos. Era un don asombroso que agradeció tener.

La segunda cosa, importante, fue que los lemurianos nacían con una casta ya establecida, a diferencia de los hombres que solo llegaban a conocerla a partir de los 11 hacia adelante. Los lemurianos solo podían ser alfas u omegas, para ellos no existía la casta beta.

Y Mu había nacido bajo la casta Omega, y a diferencia de un Omega humano, Mu no pasaba un celo doloroso o perdía consciencia y se volvía instinto o se volvía vulnerable. No, un lemuriano sea Alfa u Omega, podían controlar sus instintos porque eran uno con él, y no una conciencia doble como lo que pasaba con los hombres. Un lemuriano Omega escogía a su pareja y decidía cuándo era el momento adecuado para reproducirse, sin la necesidad de un molesto celo, que los obligará a buscar un Alfa, y depender de el.

Lamentablemente ser un Omega lemuriano en un mundo de humanos no era agradable y simple...

Podía ser un buen guerrero, una buena persona, pero sí era un Omega con delicioso olor  pero que no tenía un celo como los demás, solo era un buen entretenimiento para cualquiera.

Muchos de su gente sufrió por eso, por haberse enamorado de alguien que no era de su pueblo. Eran tratados como poca cosa y luego despreciados por aquellos que amaban.

Por eso Mu prefirió matenerse alejado, si no hay sentimientos no hay dolor, cierto?  Era mejor estar solo y evitar a alguien que pudiera herirlo.

Así que cuando descubrió el asesinato de Shion a manos de Saga, huyó al único lugar en el que estaría a salvo,  el único lugar en el que nadie podría dañarlo porque ese lugar cuidaba de su gente, Jamir.

Lamentablemente un lemuriano Omega, también desarrollaba el instinto materno mucho más elevado que un Omega humano, por eso los de su pueblo solían buscar pareja y tener un bebé en los primeros años de la relación. Así que cuando cumplió 12 y su instinto creció aún más, agradeció el haber encontrado a Kiki en medio de las montañas. Su instinto se vio aplacado por el hermoso bebé que cuido como suyo propio.

Luego pasó lo de las guerras santas y Mu solo deseo que su niño pudiese permanecer acogido por la diosa Atenea, aunque su cosmos no se hubiese desarrollado o alguna constelación lo hubiese escogido. No quería que su hijo, viviera en la ignorancia del hombre, fuera herido y rechazado por ellos. Esas fueron una de las cosas por las que muchas noches se desveló, tal vez fue un terrible error el no buscar a alguien de su raza y entregarle a Kiki, para que lo cuidará y criara, lejos de las guerras, con las enseñanzas de su pueblo, pero no lo hizo con su muerte a puertas solo le pidió a Atenea que lo protegiera.

Kiki era su vida y prioridad. Era su hijo, su Omega lo reconocía así y Mu también. No tenía ni necesitaba de más para sentirse una persona completa. No una pareja y no una mordida. Era su decisión y su vida, y podía decidir cuándo o cómo formar su familia, sin depender de lo que su instinto quería o necesitaba. Eso era algo que amaba de su raza distinta a la del hombre.

Por eso entendía cuando Shura le dijo que lo envidiaba. Ser un Omega y no sufrir por ello, no necesitar un Alfa para sentirse completo, o sentir que si no tenías un cachorro propio estabas fallando como Omega y que no eras bueno para nada. Un Omega con control sobre su conciencia Omega y el instinto de este.

Mu podía percibir el rechazo que sus compañeros Omega le tenían a su sub género, como si fuera una clase maldición o algo con lo que cargar sin descanso y sufrir por ello. Mu no había vivido lo suficiente con un Omega hombre por lo que no entendía muy bien la molestia.

Un Omega solo es un muñeco sexual, está en nosotros el querer complacer a un alfa, desear su nudo y pedir que nos llenen de cachorros. Es algo humillando y despreciable tener que pasar por ello...tener que abrirle las piernas al primer alfa que se te cruce solo por ser Omega....

Mu pudo ver por primera vez al caballero de la décima casa llorar, lágrimas de amargura, dolor y resignación, por eso se había propuesto en cuidar a sus compañeros, porque sí jamás sufrió el dolor, no podía hacer como si nada ante lo que sus compañeros pasaban.

Sí, talvez Camus tenía razón en que Shura llamaba a Aioros, y Mu creía que no había mejor Alfa que el Sagitario para el español pero, era decisión de este elegirlo y decirle sobre sus sentimientos, era su elección y nadie podía forzarlo, porqué ser un Omega en el mundo que protegian podía ser malo, pero en en el santuario todos era guerreros de Atenea, nadie era mejor a nadie, y él se aseguraría de que todos comprendieran eso, y sí para eso debía levantar un muro para evitar que el cosmos de Shura alcanzará a Aioros, así lo haría. Claro, luego hablaría con el Capricornio para que hablara con el Sagitario y llegarán a mejorar su relación, y quién sabe más adelante formar un vínculo. Lo cual Mu esperaba, ambos se veían bien juntos, al igual que Milo y Camus, tal vez, también podría ayudar a Dite para que al fin dejará la tristeza que lo rodeaba, porque, nadie merecía estar sumido en la oscuridad de la soledad y dolor. Nadie.

Mi Corazón y Mi instintoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt